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La realidad política a veces es dulce, pero generalmente es insoportable y cruda, porque nos hace ver nuestros errores, defectos e ignorancia y desnuda, con frecuencia, nuestras efímeras ilusiones. La democracia no es juego de niños, Aristóteles (384-322 a.C) ya explicaba la forma de gobierno que identificaba en su tiempo: monarquía, aristocracia y democracia o Politeia, las cuales tienen su forma de desenfreno o perversión; de la monarquía sabía que era la tiranía, de la aristocracia la oligarquía y de la democracia la demagogia.

Parece que no hemos cambiado ni aprendido mucho. Por todos los medios y actores de opinión nos insisten que la democracia es la mejor forma de gobierno, pero en los hechos no ha resultado así, por citar un referente, desde Díaz Ordaz a AMLO, en mayor o menor grado, han jugado con la demagogia para crearnos falsas ilusiones y la realidad nos muestra que sus satraperías cuando ya no están en el poder salen a flote.

El sunami guinda que se erigió como el gran triunfador de la jornada electoral nos vino a demostrar, que la realpolitik no es juego de ilusos sino del ejercicio del poder real de mentes astutas e inteligentes, con matices capaces de ejercer el meta poder más allá de las reglas del juego político, aparentemente, encasilladas en un marco normativo Constitucional que muy pocos respetan. ¿Quién se atreve a desafiar al poder?

Hemos regresado a la vida cotidiana con un partido político hegemónico con tintes democráticos, pero con un espíritu concentrador del poder autoritario.

Claudia Sheinbaum será la primera presidenta mujer y Margarita Saravia la primera gobernadora de Morelos, en sus manos tendrán la enorme responsabilidad de desmitificar el mito de la Caja de Pandora y no sea la mujer la culpable de todos los males que aquejan a nuestro país y a nuestro estado. El desafío es enorme y la esperanza de que pueden las cosas ser mejor y diferentes, siempre estará ahí silenciosa esperando que se haga una realidad.