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Generalmente solemos asociar a los movimientos sociales, las luchas sociales y las grandes manifestaciones populares con la búsqueda de un futuro mejor, en la construcción de nuevas utopías que nos alejen de la situación de cuasi barbarie en la que vivimos. Parecería contradictoria titular esta columna como la lucha por el pasado, y no es que los tiempos que nos antecedieron hayan sido las mejores épocas como para querer volver a vivirlas. Sin embargo, en el pasado encontramos periodos en los que sin duda la vida social y comunitaria fue mejor al individualismo egoísta que potenció el neoliberalismo.

Con toda autoridad, el lector puede cuestionar a dónde quiero llegar con lo anterior, pues bien, la búsqueda experiencias del pasado nos pueden ayudar para construir un mejor futuro y más que eso, cambiar nuestro presente. Con frecuencia solemos leer noticias sobre como las personas más acaudaladas del planeta se vuelven más ricas día con día. En estas mismas noticias nos hablan de como esos personajes alcanzaron tal riqueza gracias a esfuerzos y a su ética de trabajo que todos debemos seguir como ejemplo para convertirnos en ese prototipo de personas. Lo que los grandes medios omiten algunos de manera sutil y otros abiertamente, es que la mayoría si no es que todas esas fortunas se han creado sobre la base de la explotación laboral de gente que se esfuerza tanto o más que los millonarios del planeta. Se nos ha tratado de convencer de que si nosotros no podemos amasar esas fortunas no es por otra causa sino por nuestra falta de esfuerzo, después de todo el sistema en que vivimos da oportunidad a todos sin excepción de ser exitosos ¿no?

Pero qué pasa cuando los trabajadores son conscientes de la situación precaria en materia laboral en que se encuentran y buscan formas de organizarse para defenderse de los abusos de las grandes empresas “filantrópicas” en las que laboran. Un caso bastante documentado es el de los repartidores de Amazon. Pese a la oposición férrea de la empresa para que sus empleados se unieran para negociar un convenio colectivo y, con ello, mejores condiciones laborales, la propuesta, nos sin fricciones, prosperó con el impulso de Christian Smalls, un trabajador que fue despedido por denunciar falta de medidas de protección de la empresa durante la pandemia. Así en 2022, los trabajadores del gigante tecnológico lograron conformar su primer sindicato.

Caso aparte es el de Tesla, que actualmente es el único fabricante de automóviles importante de los Estados Unidos que no está representado por un sindicato, y que en México causo furor por la supuesta instalación de una planta de ensamblaje en Monterrey, la cual no sucedió. Así a principios del año 2023 fue noticia internacional el despido de 18 empleados de dicha empresa que buscaban organizar un sindicato. Ya antes Elon Musk había realizado declaraciones lamentables sobre este tema en su cuenta de Twitter (hoy X) “Nada impide que el equipo de Tesla en nuestra planta de automóviles vote por el sindicato. Podría hacerlo mañana si quisieran. Pero ¿por qué pagar las cuotas sindicales y renunciar a las opciones sobre acciones a cambio de nada?”.

A finales del año pasado el sindicato United Auto Workers (UAW) estuvo en huelga. Judy Wright, trabajadora también de la industria automovilística, con 30 años de experiencia en una planta de la Ford, explicó que la lucha del sindicato radicaba esencialmente para recuperar lo que tenían antes. La huelga fue tuvo resultados favorables para los trabajadores consiguiendo lo había perdido en los 40 años anteriores, los años del neoliberalismo. Entre otras cosas consiguieron mejorar: el nivel de los salarios, las prestaciones de jubilación, el derecho a la huelga y con ello se espera que el descenso en el nivel de vida para los trabajadores jóvenes mejore. Todas estas luchas sin lugar a duda son inspiradoras y nos hablan del enorme potencial que guardan los trabajadores cuando se deciden a actuar en conjunto.

Sin embargo, lo alarmante es que en pleno siglo XXI, nos encontramos luchando por derechos que ya habían sido ganados décadas atrás con el esfuerzo y la sangre de muchas personas. Las luchas de hoy no son esencialmente para acercarnos a un futuro mejor sino para recuperar lo que se tenía en el pasado, José Blanco ha señalado que “Hay que ganar el pasado a como dé lugar. En el futuro está el pasado”. Hoy, los grupos desplazados por décadas de neoliberalismo en el Mundo y en México debemos luchar por recuperar lo perdido y de algún modo reencausar y crear nuevas opciones para un futuro promisorio que nos permita la creación de nuevas utopías. En donde buscar mejores condiciones laborales y de vida o formar un sindicato no signifique el despido de sus promotores tal y como sucedía en el siglo XIX y ahora podemos decir que también en el XXI. Debemos ganar espacios de negociación en contra de los más acaudalados y negar aquella máxima tan pregonada por los defensores del neoliberalismo de que nuestras condiciones de vida, mejores o peores, radican única y exclusivamente en la cultura del esfuerzo y en echarle ganas.

* Historiador