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En México, la discusión sobre una reforma fiscal profunda ha cobrado una relevancia ineludible. Esta necesidad no solo responde a la urgencia de incrementar la recaudación, sino también a la imperiosa demanda de mejorar sectores clave como la educación, la salud y la infraestructura. La reforma fiscal no es solo un tema económico, sino también un pilar fundamental para el desarrollo social y el fortalecimiento de la equidad en el país.

La situación actual de la educación en México refleja una desigualdad alarmante. A pesar de los esfuerzos realizados, persisten brechas significativas en términos de acceso y calidad educativa entre distintas regiones y estratos socioeconómicos. La educación, siendo un derecho fundamental, requiere de una inversión sostenida y bien direccionada, capaz de asegurar igualdad de oportunidades para todos. La reforma fiscal, al aumentar los recursos disponibles para educación, podría ser el motor para un cambio sustancial, permitiendo modernizar infraestructuras educativas, capacitar docentes y desarrollar programas que mitiguen la deserción escolar.

En cuanto a la salud, México enfrenta desafíos enormes. La pandemia de COVID-19 ha expuesto las deficiencias de un sistema que sufre por falta de recursos, infraestructura inadecuada y desigualdad en el acceso a los servicios de salud. Una reforma fiscal profunda podría ser la solución para estos problemas, proporcionando los fondos necesarios para fortalecer el sistema de salud, garantizando así que todos los mexicanos tengan acceso a servicios de calidad. Este financiamiento adicional podría emplearse en la mejora de hospitales y clínicas, en la compra de equipo médico moderno y en la contratación y capacitación de personal médico, además de atender el desabasto de medicamentos que padecen los ciudadanos a lo largo de todo el territorio.

La infraestructura en México también necesita atención urgente. Una red de transporte eficiente, carreteras seguras, y sistemas de agua y saneamiento adecuados son esenciales para el desarrollo económico y la calidad de vida de los ciudadanos. La falta de inversión en estos sectores ha limitado el potencial de crecimiento del país y ha perpetuado desigualdades regionales. Una reforma fiscal que incremente la inversión pública en infraestructura no solo mejoraría la vida cotidiana de los mexicanos, sino que también impulsaría el desarrollo económico, creando empleos y favoreciendo un entorno más propicio para la inversión privada.

Además, es fundamental considerar el aspecto de equidad en la reforma fiscal. Esta no debe limitarse a aumentar la recaudación, sino que debe hacerlo de manera justa y equitativa. Es esencial que el sistema fiscal mexicano sea progresivo, donde aquellos con mayor capacidad económica contribuyan en mayor medida. Esto no solo garantizará una distribución más justa de la carga fiscal, sino que también reforzará la cohesión social y la percepción de justicia en la sociedad.

Para implementar una reforma fiscal efectiva, es crucial un diálogo abierto y participativo que involucre a todos los sectores de la sociedad. Los expertos en política fiscal, economistas, representantes del sector privado, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos deben participar en la formulación de políticas que respondan a las necesidades reales del país. La transparencia y la rendición de cuentas deben ser piedras angulares de este proceso, asegurando que los recursos se utilicen de manera eficiente y para el beneficio de toda la población.

La reforma fiscal en México debe ser vista no solo como una necesidad económica, sino como una oportunidad para construir un país más justo, equitativo y próspero. Invertir en educación, salud e infraestructura es invertir en el futuro de México. Es hora de que los líderes y legisladores del país asuman la responsabilidad de implementar una reforma fiscal que no solo aumente la recaudación, sino que lo haga de manera que beneficie a todos los mexicanos, especialmente a aquellos que más lo necesitan. La reforma fiscal es, en última instancia, una inversión en el capital humano y físico de la nación, y es el camino a seguir para garantizar un desarrollo sostenible y equitativo.

*Profesor de Tiempo Completo de El Colegio de Morelos.

Fuente: elaboración con inteligencia artificial.