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Criminalidad (Segunda parte)

Maximino Aldana*

Para combatir la criminalidad es necesario, en primer lugar, reconocerla como un problema complejo, lo cual significa que no tiene una única causa (o una causa principal), sino que se origina por una gran diversidad de factores entre los que destacan violencia intrafamiliar, desigualdad económica, educación deficiente, entorno social deteriorado, estereotipos culturales, comportamientos biológicos y psicológicos intrínsecos del ser humano, corrupción en el gobierno y falta de respeto a la autoridad por parte de los ciudadanos. Estos factores a su vez interactúan unos con otros de forma no lineal, por lo que no basta atender alguno de ellos en particular. Por ejemplo, considerar que la principal causa de criminalidad es la pobreza y elaborar una política de asistencia social para eliminarla es un enfoque completamente equivocado. A pesar de que ya son varios años en los que el gobierno de la 4T inició estos programas sociales para ayudar a los jóvenes económicamente, la criminalidad no sólo no ha disminuido, sino que ha aumentado. Decir que los pobres pueden ser criminales sólo por ser pobres es un error que no ayuda en nada a disminuir los índices de criminalidad. Si de pronto apareciera el genio de la lámpara concediendo el deseo de desaparecer la pobreza en México, lo único que pasaría es que los criminales tendrían mayor poder adquisitivo para hacer aún más daño. Tampoco ha funcionado atacar con fuerza bélica a las organizaciones criminales, pues precisamente la interacción no lineal entre las diferentes partes de este problema complejo hace que al atacar alguna de sus partes, el sistema completo responda de formas impredecibles. Desde mi punto de vista, esto fue lo que ocurrió en la famosa “guerra de Calderón”, que tratando de confrontar directamente a los criminales lo único que se generó fue mayor criminalidad. Sin embargo, no ocurrió lo mismo con la guerra que inició el presidente del Salvador, Nayib Bukele, en contra de las organizaciones criminales de su país. ¿Por qué? ¿Cuál es la diferencia entre el ataque contra el crimen organizado en el Salvador y en México?

Estudios realizados en el Instituto de Ciencias Físicas y en el Centro de Ciencias de la Complejidad, ambos de la UNAM, demuestran contundentemente que la pobreza no está correlacionada con los índices de criminalidad. Sin embargo, la falta de respeto por parte de los ciudadanos hacia los policías y hacia las instituciones de procuración de justicia sí está muy correlacionada con la criminalidad. Curiosamente, también existe una alta correlación entre criminalidad y la falta de acceso a los servicios de salud pública.

Las organizaciones criminales también evolucionan y se adaptan a los cambios de tecnología, de régimen político, de mercado, etc. Decir que el crimen actual es una herencia de los gobiernos anteriores es una mentira repetida (ingenuamente o con dolo) por el gobierno de la 4T para justificar su rotundo fracaso ante el combate al crimen organizado (y a todo tipo de crimen). La estructura y motivos para delinquir que tenían los cárteles hace cuarenta o veinte años seguramente son muy diferentes a los que tienen ahora. Antes, la corrupción consistía en que los criminales daban dinero al gobierno a cambio de protección. Ahora, en varias regiones de México, la corrupción consiste en que los criminales se han convertido en gobierno, como ha sido documentado ampliamente por periodistas y analistas de inteligencia que diariamente arriesgan su vida para entender la evolución y adaptación de las organizaciones criminales.

Finalmente, el comportamiento emergente más importante de la criminalidad es el deterioro del tejido social al que nos hemos acostumbrado y sometido a fuerza de vivir en una sociedad violenta. Por ejemplo, el número de homicidios diarios en México no baja de 80. Algunos meses el promedio sube a 120, otros meses baja a 90, y cuando el promedio baja un poco el gobierno lo reporta como un logro en el combate a la delincuencia. ¿Cuántos muertos diarios se necesitan para admitir que la situación de violencia está muy mal? ¿Cuántos familiares o amigos desollados, descuartizados, descabezados, desaparecidos, necesitaría usted para considerar que la situación es verdaderamente alarmante? La percepción de bienestar que se tiene cuando las cifras globales bajan de 120 a 90 muertos por día no refleja ni se puede explicar mediante la percepción individual que se tendría si a uno le estuviera pasando esto con un solo miembro de la familia asesinado de forma brutalmente violenta.

La criminalidad es un problema complejo, con múltiples causas, interacciones no lineales, adaptativo y con propiedades emergentes. Si no se aborda de esta forma, dicho problema no podrá resolverse simplemente criminalizando a los pobres o culpando a los gobiernos anteriores.

*Investigador del Instituto de Ciencias Físicas de la UNAM en Cuernavaca

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