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Antonio Ponciano Díaz

No terminamos de salir de la pandemia del Covid, cuando todo parece indicar, que viene un repunte de este flagelo según datos de la UNAM. Sin embargo, aunada a esta pandemia del Covid especialistas en Psicología y Psiquiatría han alzado la voz de alarma, para consignar la nueva pandemia que va creciendo la de la SOLEDAD.

En el año 2020 la reconocida pensadora inglesa Noreena Hertz público un libro con el título “El siglo de la soledad” en el cual consigna que, en diferentes países del mundo incluyendo al nuestro, alrededor de un 20 a un 34 por ciento de la población adulta se siente sola por la falta de amor, afecto, abandono, se sienten excluidas por sus círculos familiares, sociales. Estos sentimientos provocan depresión, ansiedad y enfermedad que acelera su proceso de muerte y los indicadores de suicidios van al alza. Una sociedad donde sus habitantes se sienten solos no es un asunto menor.

En el año 2018 la Gran Bretaña creo el Ministerio de la Soledad y en 2021 Japón hizo lo propio, esto significa que la Soledad es un asunto de Estado.

Pero lo más significativo es que no tan solo las personas adultas se sienten solos, sino que los jóvenes cada día se sientan más solos. Entre los jóvenes sentirse solo es un “estigma” porque al reconocer que se sienten solos es reconocer que son un fracaso en su vida personal. Para muchos jóvenes padecer este estado de ánimo los está llevando al suicidio.

Debo señalar que sentirse solo no es un estado que haya surgido a partir de la pandemia del Covid, este sentimiento se viene arrastrando desde finales del siglo pasado y hay algunos factores que la fomentan como la urbanización, el cambio demográfico, la desigualdad, la aceleración tecnológica y las políticas de austeridad.

Nuestro entorno se ha vuelto violento, inseguro y amenazante. Los niños y jóvenes ya no pueden salir a la calle a jugar o encontrarse con sus amigos porque a sus padres les asusta que sean secuestrados, atropellados o robados o inducidos por extraños al consumo de las drogas, no hay centros recreativos seguros o vigilados. Los espacios físicos de encuentro y esparcimiento son lugares donde se asientan delincuentes juveniles que les roban sus celulares o sus pertenencias.

La epidemia de la soledad va a ir en aumento porque el uso constante e indiscriminado de los celulares y las redes sociales se han tornado adictivas y a los que más impactara son a los niños, adolescentes y jóvenes, desde luego sin excluir a los adultos. Las consecuencias, según expertos psicólogos, presagian aumento de las enfermedades mentales provocadas por un vacío existencial. Sumado a ello la entrada en el mercado laboral del uso de la inteligencia artificial desplazara a muchos jóvenes y adultos que ahora trabajan.

La cuestión es que esta problemática no se ha visibilizado y por consecuencia no hay políticas públicas para enfrentar esta problemática. La política de austeridad implantada por el gobierno dejara a los adultos mayores a la deriva y por consecuencia lógica el mismo destino aguarda a la población joven. No cabe duda de que esta población afectada por la soledad tendrá como salida la premisa ¡Sálvese el que pueda!