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Como si las calles no fueran ya suficientemente peligrosas para ellas, ahora el espacio digital se ha hecho crecientemente hostil para las mujeres.

La directora del Instituto de la Mujer en Morelos (IMM), Isela Chávez Cardoso, reconoció que, tan solo en el último mes, en la entidad ha aumentado un 15 por ciento la violencia digital contra las mujeres. Y eso no es poca cosa.

La ONU-Mujeres calculaba hace un par de años que 9.4 millones de mexicanas sufrían acoso, siendo las más vulnerables las usuarias de los espacios digitales de entre 18 y 30 años; en general casi una cuarta parte de los usuarios de Internet a partir de los 12 años han sido víctimas de algún tipo de violencia digital en nuestro país.

El ciberacoso -como genéricamente se le conoce, aunque se le divide en diversas categorías dependiendo si son simplemente hostiles, si involucran consideraciones de género o tienen connotaciones sexuales-, es un fenómeno creciente a nivel mundial que se centra en las mujeres, ni más ni menos que tres cuartas partes de las usuarias de Internet en el mundo han padecido algún tipo de violencia digital. Esto ha originado que el 28 por ciento de las violentadas reduzcan su presencia en el ciberespacio.

Ciertamente dos de las virtudes de Internet, el anonimato y el indiscriminado acceso a la información y a espacios de interacción virtual, han facilitado el ciberacoso, pero la ONU considera que esta es una manifestación clara de violencia de género, que ahora encuentra en la tecnología una nueva arena para expresarse, es decir, es un problema cultural que no es privativo de una nación.

La violencia digital, como manifestación de la violencia de género que tanto se busca combatir, también pretende silenciar a las mujeres y limitar su presencia y uso del espacio digital.

“Al no contar con un libre acceso al ecosistema digital, se limita la capacidad para lograr la igualdad de género de las mujeres y niñas y se impide el ejercicio de sus derechos esenciales para su pleno desarrollo como el derecho a la libertad de expresión, a la información y a la no discriminación”, así, subraya la Organización de las Naciones Unidas, “la violencia digital se articula con la violencia machista que viven mujeres y niñas todos los días en distintos espacios, como en las calles, el trabajo y en sus propios hogares; es decir, no hay una separación en línea/fuera de línea y es tan real como cualquier otra forma de violencia. Se usan nuevas plataformas en el marco del mismo sistema”.

El problema radica en que Internet se quiere conservar como una herramienta de progreso e intercambio libre de información e ideas, y hay todo un movimiento mundial que impulsa este propósito, por lo que no se aprecia factible controlar o al menos limitar el ciberacoso, a menos de que se ataque el problema a partir de los usuarios, tanto de un lado, como del otro, el acosador y la víctima; abordarlo como un problema cultural que requiere modificar actitudes tanto para evitarlo, como para soportarlo.

Aun así, muchas naciones, México entre ellas, han abordado el problema en sus leyes y ahora un ciberacosador puede hacerse acreedor a multas y tiempo de cárcel, en algunas naciones se ha llegado al extremo de prohibir el acceso al ciberespacio y a internet a los acosadores, como si fueran hackers; pero dar con ellos no siempre es tan sencillo.

La ciber violencia es una manifestación de problemas en la cultura de las sociedades y, en el caso de Morelos y su incremento en este problema, un indicativo no solo de lo que se tiene que atacar y remediar, sino también del éxito que hasta el momento han tenido todas las iniciativas para combatir la violencia en razón de género.

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