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Prohibido ProhibirJavier Jaramillo Frikas

La presión es alta para evitar que la mayoría en el Congreso Local arribe a lo que, según las condiciones hasta hoy, debe ser el paso siguiente:

— La incoación de juicio político contra Cuauhtémoc Blanco, el gobernador.

— Que Blanco solicite licencia para separarse del cargo y pueda, incluso, “llevar mano” en la designación de un gobernador emergente el resto de este, hasta hoy, malogrado y accidentado sexenio.

¿Suena extremo?

Quizá si no se hubiese probado que Blanco ha reprobado al frente de la entidad estos casi 50 meses de los 72 que comprende un mandato de ley. No hay un solo elemento de beneficio a Morelos a favor del ex futbolista, se ha sostenido este largo tiempo en un 99 por ciento por el desconocimiento de sus protectores federales de la realidad local o por el aprecio del poder-poder. No se observa en un solo espacio de nuestro territorio obra o acción insignia de esta administración.    

Nada. Nada. Nada.

“Los rebeldes” para el gobernante y su equipo —incluyendo medios, por supuesto— son diputados que hace un año apenas tomaban asiento, y la fracción mayor eran seis de Morena, que con la inercia del poder ejecutivo, todo indicaba, tendería a una mayoría cuando menos simple, la mitad más uno. Ya con el camino y la política-politica, se advertía que por ser Blanco aliado de Morena, alcanzaría el número necesario de 14 de 20 legisladores, para transitar sin barrera alguna su segunda fracción de gobierno.

Vale adjuntar el contundente dato, que el mismo Blanco logró 13 lugares y en los tres años no pudo uno más, para tener los elementos que en la arena política y en el compromiso del poder, es alcanzar la gobernabilidad. Si bien él no sabía de estos temas, tres años no alcanzaron para que su equipo le enseñara él A, B, C elemental. Nunca tuvo una voz cercana, con conocimiento y calidad, que le jalara jersey o calzoncillo que evitara los disparates políticos que hoy lo tienen en precaria condición de salud pública.

 La actual legislatura, la 55, de acuerdo con los últimos acontecimientos y el recuento de guerra sucia entre los dos marcados bandos, contemplaba hace unos días a Cuauhtémoc como único interlocutor, avisaron disposición para sacar lo mejor posible el paquete económico, pero sin intermediarios. Con el gobernador o con nadie.

Si revisamos equipo cercano, colaboradores, incluso consanguíneos, Bravo no cuenta con personal capacitado para los acuerdos y consensos imprescindibles para el servicio público y la política. Como él, los que le rodean no saben o no aprendieron en los rebasados cuatro años de administración. Llego a tener dos o tres secretarios con experiencia, Alejandro Villarreal Gasca en Hacienda y Pablo Ojeda en la secretaria general. Ambos fueron echados por decisión del ejecutivo vía la presión de su hermano Ulises Bravo, en los hechos quien ejecuta normalmente todas las acciones del gobierno.

Jamás, ni siquiera el esbozo de aplicar el axioma certero y repetidamente probado de “en política, la familia como el sol, entre más lejos, mejor”.

Este par eran útiles para que fuese menor grave la condición de la administración, porque uno, Villarreal, es de hecho el mayor conocedor del tema hacendario y en dos administraciones panistas estatales, otras municipales, fue el negociador con el poder legislativo. Y arreglaba las cosas. ¿Como? Con números, es contador, y dinero, porque aprendió a hacer bien política en pasillos legislativos.

Ojeda, por su parte, interactúala en diverso tono con los diputados, sobre todo los opuestos al bravismo. Era útil, pero la componenda de los hermanos gobernantes en el notariado publicó, lo echo a la calle con maldiciones niponas de un tal Kenji Uchida García.

Las presiones previas a la sesión del viernes pasado en el Congreso, no había necesidad de comunicarlas, se notaba en los rostros cansados de los 16 diputados presentes (eran los 15 de mayoría calificada más la cusuhtemista Murna Zavala, que votó igual a los demás, la ley de ingresos de algunos municipios). Lis cuatro restantes, no estuvieron.

De acuerdo a los discursos, el punto siguiente es “.beneficiar a nuestro Estado”, pero como la guerra sucia persiste desde los operadores del ejecutivo —sin gran efecto, pero insistente— no dudemos que, en cualquier momento, el único punto de acuerdo de la sesión cualquiera, sea el Juicio Político contra el ex futbolista.

   Dirían cuando culminan peroratas en los parlamentos:

 - ¡Es cuánto..!

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