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La presencia de la mujer es constante y preponderante a lo largo de la historia militar mexicana, incluso parte desde la propia mitología precortesiana donde las mujeres muertas en parto compartían la misma gloria que los guerreros caídos en combate. Durante la conquista de Anáhuac, se dio la participación decisiva de Doña Marina, la Malintzin, mano derecha de Cortés, de europeas como María de Estrada quien conquistó Tétela del Volcán, y Tecuelhuetzin la brillante hija de Xicohtencatl el viejo y esposa de Pedro de Alvarado. En el bando mexica, las mujeres también destacaron combatiendo al final hombro a hombro con los hombres en la cruenta batalla por Tenochtitlán.

Al estallar la guerra de Independencia, las mujeres brillaron entre los insurgentes y no solo las afamadas Josefa Ortiz de Domínguez o Leona Vicario sino mujeres del pueblo llano que acompañaron a sus hombres al combate, muchas fueron ejecutadas por los realistas, Aquí surgen las denominadas “Barraganas”. Con Morelos también combatió María Manuela Medina, indígena de Taxco, que alcanzó el grado de capitana, pudo ver a México independiente, pero murió de sus heridas en combate, en 1822 en Texcoco.

La independencia no trajo la paz, sino un siglo convulso de guerras civiles y extranjeras donde las mujeres formaron parte de las columnas de combatientes, siempre valientes, abnegadas y sin el justo reconocimiento.

Sin embargo, el momento estelar de la mujer militar mexicana llegó con las “Adelitas” de la Revolución, ahí de nuevo las mujeres se incorporaron a las tropas federales y de las distintas facciones revolucionarias. De la noche a la mañana y muchas veces cargando un niño y un máuser al mismo tiempo, se convirtieron en cocineras, enfermeras, lavanderas, camilleras, mensajeras, amantes y reemplazo de los hombres caídos, siempre estuvieron en la primera fila de batalla, nunca exentas del riesgo de caer bajo fuego enemigo o como botín para el adversario.

La Secretaria de Guerra y Marina, así como después la SEDENA reconocieron los servicios de incontables “capitanas” “coronelas” y muchas de estas veteranas de la revolución. El sacrificio de esas valerosas Adelitas ha quedado justamente inmortalizado en la música, el cine, el arte y la literatura. Recientemente la SEDENA ha tenido el tino de incorporar tropas femeninas caracterizadas como Adelitas en los contingentes históricos en los desfiles cívico-militares.

Amainados los vientos de guerra revolucionarios, llegó la profesionalización del ejército, las desordenadas columnas de mujeres dejaron de seguir a las unidades militares y surgió el servicio de intendencia que suplió todo lo que antes, durante el siglo XIX y la Revolución hicieron Barraganas y Adelitas. Esta modernización permitió de manera paulatina la incorporación de mujeres al ejército, primero en los servicios, recientemente en las armas, hoy sirven con distinción en todas las unidades de combate, también son apreciadas y valoradas en la educación e industria militar, como médicos, deportistas, y docentes. En la Fuerza Área Mexicana como técnicos y también al mando de helicópteros, aeronaves de carga y de combate, vuelan los F-5 y los T-6C Texans. En suma, hoy pueden alcanzar el rango de general de división y tienen las mismas oportunidades que sus pares varones.

Lo anterior no se debe tomar en consideración solo como una cuota de género o el elemental principio de equidad que los tiempos actuales imponen, sino como una firme manifestación del compromiso y amor por México que las mujeres han demostrado a lo largo de nuestra historia, en estos tiempos convulsos para la mujer mexicana, en un estado como Morelos que tan solo en el 2023 registro 91 feminicidios, la presencia plena de la mujer en el Ejército Mexicano es un referente de que tiempos mejores deben venir para las mexicanas.

*Escritor y cronista morelense.

Cadetes de artillería, Heroico Colegio Militar. Foto: Archivo del autor.