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DESCONTROL

Hélène Blocquaux*

Tal vez Patricio esté atrapado o hipnotizado por la foto que lo deja boquiabierto. Empieza entonces a desplegar el poder de su imaginación conforme va abriendo más fotos de paraísos tropicales: escenarios perfectos de sol y arena dorados; el mar con su oleaje. En una imagen, el agua luce cristalina, en la siguiente, destaca la tonalidad esmeralda y en la tercera un azul brillante que se une sin línea del horizonte al cielo.
Una llamada entrante rompe la magia del momento y reconecta de pronto a Patricio con el mundo exterior. Repica el estribillo de una canción de Shakira. Patricio contesta a la voz mecánica que le solicita oprimir la tecla uno si desea proseguir con la llamada. Patricio accede y después de quince minutos de una música estridente de espera durante la cual piensa en lo que tendrá que contestar, su llamada regresa a la operadora. Patricio cuelga, aliviado. Hoy no lo molestarán más los call centers.
La playa eterna en la pantalla de la computadora de Patricio se impone, majestuosa. ¿Cuánto tiempo hace que no ha salido a vacacionar? Tal vez suman cinco o seis calendarios deshojados día con día prescindiendo de paisajes marítimos. Recuerda en modo flashback las emociones intensas que experimentaba cada vez que sus pies entraron en contacto con el agua marina. Desea con todas sus fuerzas volver a vivir esta sensación indescriptible.
Patricio selecciona aquella foto llena de azul como fondo de escritorio con una interrogación ¿qué parte del mundo resguarda tanta belleza sencilla alejada de las multitudes?
El motor de búsqueda arroja cantidad de imágenes con cierta semejanza. Faltan unos clics para que el nombre sea revelado: Sayulita. Sigue a continuación una consulta compulsiva. Patricio inserta el nombre del destino de ensueño con salida de Cuernavaca para esta misma semana. ¿Para qué esperar más tiempo? Será por lo tanto un vuelo CDMX – Puerto Vallarta ida y vuelta al menos que opte por irse por tierra durante diez horas en coche. Patricio escoge finalmente esta segunda opción pensando en convertir su viaje en una verdadera aventura familiar. Acto seguido, reserva un hotel paradisiaco con vista al mar desde el balcón. Se imagina corriendo en la playa con su familia completa, recogiendo conchas después de nadar horas y saboreando mariscos antes del anochecer y de su espectáculo diario y sobre todo gratuito.
Soñar alimenta el alma y no cuesta nada sino hasta el momento de concretar la compra online del hotel y de despertar bruscamente regresando a su realidad de padre soltero desempleado y con tres hijos y sin ninguna tarjeta bancaria disponible. Sin embargo, la ensoñación de Patricio es un lugar más seguro y amigable que aquel en el que despierta cada mañana con el miedo atrapado en sus entrañas al recordar la extrema precariedad de su vida.
Nota: Los sucesos y personajes retratados en esta historia son ficticios. Cualquier parecido con personas vivas o muertas, o con hechos actuales, del pasado o del futuro es coincidencia, o tal vez no tanto. Lo único cierto es que no existe manera de saberlo y que además no tiene la menor importancia. Creer o no creer es responsabilidad de los lectores.

*Escritora, guionista y académica de la UAEM

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