loader image

 

Una economía inestable ¿culpa de la delincuencia?

 

Los estudios sobre delincuencia y criminalidad señalan que éstas tienen altos costos económicos a nivel de personas y de regiones. En particular, las tasas de delincuencia y criminalidad altas perjudican el clima de inversión privada y desvían los escasos recursos públicos al fortalecimiento del sistema policial en lugar de fomentar las actividades económicas provocando la erosión de la calidad de vida.

De acuerdo con el Banco Mundial, en aquellos países con la mayor cantidad de homicidios una reducción de 10% en esta tasa, haría crecer el producto interno bruto per cápita, factor fundamental de crecimiento económico.

La criminalidad tiene impactos en el corto y largo plazos sobre el desarrollo local, pues afecta los niveles de capital y el clima de inversión, limita el desarrollo del capital humano, influye en los niveles de corrupción y en la pérdida de confianza en el gobierno; es decir, dichos factores influyen de manera directa en el crecimiento económico local y la propia prosperidad del estado.

El crecimiento económico regional y los niveles de delincuencia y criminalidad a través de cuantificar la relación entre el producto estatal bruto per cápita real y las tasas relativas de delitos, arrojan datos espeluznantes de inseguridad y muy poco crecimiento económico en el estado, si bien se afirma que existe una relación negativa habría también que señalar cuáles son los factores que desde la responsabilidad del estado han influido en esta descomposición social y económica en que nos encontramos en Morelos.

Variables económicas, tales como la inversión extranjera directa, la cantidad de población ocupada con acceso a las instituciones de salud, los niveles de escolaridad, la población desocupada, los recursos distribuidos a través del Ramo 33 -o sea aportaciones federales para entidades federativas y municipios- y los recursos del Fondo de Aportaciones para la Seguridad Pública de los Estados y la Cd Mx, y tomando en cuenta variables económicas respecto a índices de criminalidad agregados, así como fundamentalmente los delitos patrimoniales forman parte de este esquema social de poca producción y de nulos resultados en crecimiento económico para el Estado de Morelos.

La falta de coordinación entre las instituciones de seguridad pública, la Fiscalía General del Estado y las organizaciones sociales, pasando por las organizaciones empresariales y cámaras de comercio y de la Industria, forman parte fundamental del escaso crecimiento económico de la entidad evidentemente traducido en una pobre calidad de vida de las y los ciudadanos en Morelos.

Los estudios indican que las elevadas tasas de criminalidad e inseguridad son un obstáculo para el desarrollo económico pues tiene efectos como la erosión de la calidad de vida, afectando sustancial y negativamente el clima de negocios al disminuir la inversión se genera un alto costo de oportunidad de los recursos destinados a seguridad, así como una percepción negativa de los ciudadanos sobre la efectividad del Estado en el combate al crimen, lo que redunda en la disminución de la calidad de vida e incluso resulta en una democracia deficiente e imperceptible, entre otros efectos.

El factor económico principal que conduce a los individuos a involucrarse en la criminalidad es la comparación entre el ingreso que podrían obtener al permanecer en actividades legales y la generosa utilidad de la actividad ilegal. También cualquier disminución en el nivel de ingreso -es decir, un aumento en la pobreza- aumenta la posibilidad real de trasladarse a las actividades ilegales en el corto plazo, es probable que cualquier aumento en el grado de pobreza absoluta, ya sea por medio de un aumento en la proporción de los pobres o por una disminución en los ingresos de los pobres, dé como resultado un aumento en la tasa de criminalidad. Y esa es responsabilidad absoluta del gobierno y su política de crecimiento económico.

Y esto se vuelve peligrosísimo, en una sociedad que pretende salir adelante a través del empleo formal, para el gobierno del estado la ocupación de empleo formal es poco menos importante toda vez que cifras de INEGI en los últimos años y principalmente en este sexenio, nos detallan que el aumento del empleo informal creció en un 68% los últimos dos años.

Cabe la pena analizar cuáles son los costos directos e indirectos qué producto de la delincuencia organizada y del alza en la percepción de las personas y sus familias en el estado de Morelos y que están, decía yo, directamente relacionados con la falta de oportunidades; es evidente que dichos costos directos en relación con el crimen y la violencia desaniman las inversiones comerciales de manera significativa, desajustando los cálculos que dan forma a las oportunidades e incentivos para que las empresas inviertan productivamente, creen empleos y se expandan. En Morelos vivimos un ambiente de inseguridad todos los días que ha acrecentado la desconfianza de la población respecto de la política de seguridad pública y de previsión del delito.

Cada día vemos más familias de clase media que salen a la calle a ofrecer productos y servicios como única fuente de ingreso derivado del aumento de la criminalidad, del aumento de la organización de la delincuencia organizada en el estado y no existe una política en seguridad pública y prevención del delito que nos permita observar hacia el futuro próximo una mejor calidad de vida de los morelenses, pero tampoco me parece que nos permite acariciar en el futuro inmediato, inversión que genere empleos formales y me refiero a empleos que traigan consigo prestaciones económicas y sociales, que tengan acceso a servicios de salud de calidad y que permita que la empresa en Morelos se desarrolle a través del crecimiento del Producto Interno Bruto.

El dolor, la angustia, el sufrimiento y la pérdida de la calidad de vida, son efectos sobre el mercado de trabajo, los cambios en los comportamientos habituales, el temor de ser victimizado, atacado, la pérdida de confianza interpersonal y el deterioro del capital social o la disminución de la tranquilidad y la libertad son factores que han incidido en la percepción de terror de la sociedad morelense, no es un secreto que todos los días salimos a trabajar con el miedo de no regresar a casa pero sobre todo quiénes se dedican en un estado eminentemente turístico, en un estado con vocación turística como Morelos, a ofrecer servicios a sus visitantes pocos ya cada día por cierto, salen a trabajar con el miedo de encontrarse a la delincuencia organizada pidiéndoles una aportación por una seguridad subjetiva, que no tiene nada que ver con el propio desarrollo económico del estado, es muy triste observar familias enteras que intentan salir adelante a través de la inversión de pocos recursos para subsistir el día y que a los pocos meses tengan que cerrar sus negocios, sus emprendimientos y su propia posibilidad de desarrollo, porque hoy la delincuencia organizada le ha ganado y hay que decirlo claramente, le ha ganado la lucha al estado de Morelos.

Veremos qué pasa el próximo año, un año de elecciones, un año de cambios y en sí mismo un año de oportunidades para el Estado de Morelos, un año en el que tiene que detonar el desarrollo económico, la inversión privada, la inversión extranjera incluso pero, sobre todo, un año en el que la seguridad pública tiene que ser parte fundamental del proyecto político y de gobierno de quién vaya a gobernar Morelos, para otorgarle a los morelenses una mejor calidad de vida y oportunidades de desarrollo sostenido, en un Morelos que hoy se debate entre la delincuencia, la pobreza, la inestabilidad y la falta de empleo.

Muchas gracias.

Nos leemos en la próxima.

*Padre de familia, político y soñador

en busca siempre de un mejor Morelos para todos.