Segunda parte
En 1976, con Overol blanco y otros poemas, Roberto Bolaño ganó el tercer lugar en el concurso anual de la revista universitaria Punto de partida. Un año después, con Reinventar el amor obtuvo el segundo lugar. Estas dos colecciones de poemas tienen en común su naturaleza de bitácora de viaje, de espíritu melancólico donde la experiencia del amor y el desamor, la visión mitológica de la realidad, y la seguridad en sí mismo, encauzan su continuo avistamiento de un país situado en los confines de sus deseos, así como la compañía inseparable del ímpetu vanguardista y de la poesía de Pablo de Rokha:
Tierra de Chillán aquí estoy de nuevo pisándote quién ha dicho
que soy ángel Tierra de Cauquenes aquí estoy de nuevo (…)
Mi experiencia es otra. En la carretera casi me matan casi
La desgracia el mentado telurismo el llano la aventura
¿Está lloviendo en el sur! Bésame por última vez el cogote
Palomita mía ¿Está lloviendo en el sur!
No es casual que el seudónimo que eligió Bolaño para concursar con Overol blanco y otros poemas fuera el de Galvarino, guerrero araucano del siglo XVI, símbolo de la resistencia mapuche. Desde la poesía, Bolaño reseña el viaje que hizo a Santiago para conocer de cerca la experiencia de Allende, la vía chilena al socialismo.
Qué caminos no he recorrido compañeros seriecito en el último
asiento del bus filosofando sobre la selva curado muerto
de risa en trenes antárticos jugando ping pong con la
tripulación de un barco italiano frente a las costas de Ecuador.
!Qué caminos no he recorrido compañeros contándole mis penas
a una azafata mexicana¡
Y ahora mírenme:
Despierto en el miedo y el miedo no es una pieza oscura ni un
paisaje de Lovecraft (oh inocente oh neonato oh teame)
sino una pistola en la sien izquierda y un fusil ametralladora
en la espalda
y un fusil ametralladora en el pecho
y el resto de la panamericana que ya no se va a conocer
y una pieza oscura
y la sombra de Lovecraft dormitando en un sillón
Allí está también la fugaz vivencia en una cárcel de Pinochet:
Esas noches –para cagarse de frío- pude haber escrito
los versos más tristes
si los quejidos, gritos, aullidos
del patio de los presos comunes
me hubieran dejado concentrarme
Asimilando pateaduras tremendas
el lumpen nos mandaba
su amor.
Una noche escuché una conversación de amor
de celda a celda
entre un gorrión ratero y una paloma puta
en lengua coa.
Los perros románticos, poemas de 1980-1998, es un libro que simboliza el paso camaleónico de la poesía a la prosa, es la muestra más clara del impulso narrativo de Roberto Bolaño convertido en poesía. Pero es también la suma de las obsesiones que habitaron su vida y toda su obra: el sueño de la juventud, la poesía que entra en el sueño de lo imposible para hacerlo posible, la valentía, el humor negro, los detectives, Mario Santiago, los callejones sin salida de México, DF. En el prólogo, el poeta Pere Gimferrer define estos textos como una broma, “pero una broma refinada y compleja, de significación polivalente, que puede desvelar el envés de los hechos y dejarnos súbitamente sobrecogidos al mostrar, tras lo absurdo hodierno, el fracaso y la inmolación de una generación de jóvenes que quisieron hacer la revolución, o el latir insurrecto de las pulsiones atávicas tras la rutina sórdida del existir acorralado en las esquinas desde las que, día a día, el orden o el desorden íntimos impugnan—y es esto lo propio del poema—el orden o desorden exterior”
Poesía que interroga a la realidad, que la cuestiona y la reta, pero que al mismo tiempo no espera respuestas de ella, porque sabe que quienes viajan por los caminos de la poesía dibujan en el aire sus propias respuestas. Bruno Montané dice que en la poesía de Bolaño hay una voz que todo el tiempo está alerta, buscando darle un sentido a esa travesía por la vida: “Una experiencia marcada por el viaje real y mental, el viaje de la carne y la imaginación, el viaje del mundo y de la mente; un viaje que se graba en un propio y singular modo de aprendizajes y prácticas. El autodidacta curioso y airado que lee y reinventa a sus maestros, que aprende a prescindir de la tradicional y aplanadora jaula pedagógica, se solapa con el viajero que inventa su viaje como si desde el comienzo ya fuese capaz de construir las ficciones futuras”.
Pureza y desolación es lo que Roberto Bolaño vislumbra en la poesía, y a ella se rinde, a ella le confía sus secretos. Por eso, quizá, el humo que surgía de las cenizas, en aquella noche mexicana de mediados de la década de los 70´s, cuando sucedió ese trueque del teatro por la poesía, sigue flotando en la intemperie, como una invocación para los futuros poetas de hierro. Pero ese tránsito hacia la poesía, en el fondo y en la superficie, no fue sino una expedición hacia las comarcas de la prosa, donde el timón estuvo siempre en manos de un poeta.
A veces sueño que Mario Santiago
Viene a buscarme con su moto negra.
Y dejamos atrás la ciudad y a medida
Que las luces van desapareciendo
Mario Santiago me dice que se trata
De una moto robada, la última moto
Robada para viajar por las pobres tierras
Del norte, en dirección a Texas,
Persiguiendo un sueño innombrable,
Inclasificable, el sueño de nuestra juventud,
Es decir el sueño más valiente de todos
Nuestros sueños.
* Este texto forma parte del libro colectivo ¿Qué hay detrás de la ventana? Letra/Imagen/Música/Arte x Roberto Bolaño. Nibaldo Acero & Carvacho Alfaro / Editores. Publicado por Universidad de Playa Ancha (Editorial Puntángeles) y el Fondo de Cultura Económica. Septiembre de 2023, Santiago de Chile.
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