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Entre candidatos y autoridades: elecciones desde la prensa en el Morelos del siglo XIX.

«El alma de cera de que V.E. está dotado, lo hace propender, ya a la clemencia o ya a la ira, y las más veces con ardor y demasía», escribió José María Teclo Morelos y Pavón al periodista, político y cronista Carlos María de Bustamante, el 17 de octubre de 1813, desde Chilpancingo. Un alma dúctil, maleable, ante las adversas circunstancias que los insurgentes enfrentaban en aquellos días tras la instalación del Soberano Congreso de Nacional.

“¿Sobre qué escribiré?”, se preguntó José Flores Valverde, director de El Ensayo ‒1879‒. “Si escribo sobre política se dirá que no cumplimos nuestras promesas; nos hemos propuesto no mezclarnos en ella”, advirtió, porque “la política es un laberinto oscurísimo para mí; más claro: un misterio incomprensible, y mal podría hablar de una cosa que no entiendo”. Para los editores de este bisemanario cuernavacense la premisa era: “no mezclarnos en la política”.

Desde su creación ‒20 de abril de 1869‒, el estado de Morelos enfrentó conflictos en materia electoral: Pedro Baranda y Quijano, gobernador provisional, convocó a elecciones para la gobernatura y el congreso local, mediante una arbitraria creación de siete distritos electorales para favorecer a Francisco Leyva Arciniegas, candidato oficialista y protegido del presidente de la República, Benito Juárez García. Entre acusaciones de fraude electoral, el general jilotepequense se impuso a su contrincante: José de la Cruz Porfirio Díaz Mori.

Para el abogado potosino Antonio Díaz Soto y Gama, la mayoría de los políticos practicaba una “sucia mixtura de humillaciones; y de halagos, que ha de acarrearles, para el hijo mayor, un empleo lucrativo, pero infamante; para sí mismos, una curul grotesca y soporífera; y para sí mismos, para sus hijos, para su familia y para su nombre, el deshonor social, la vergüenza eterna y el más soberano desdén de los hombres dignos y de los hombres honrados”.

En el semanario cuernavacense El Colegial ‒1872‒, bajo la firma de Orense, fue publicado el artículo titulado “Diputados independientes”:

Estos “independientes” apenas toman asiento en el congreso se quitan el “in” y se convierten en “dependientes” del gobierno. Poco después suprimen el “de” y se quedan en “pendientes”, colgados siempre de las orejas de los ministros para conseguir de ellos algunos destinos ó algunas subvenciones para carreteras y ferrocarriles, por ejemplo. Más tarde borran el “pen”, y se vuelven todo “dientes” para comer aprisa las subvenciones obtenidas. Y, por último, se desprenden del “di”, y se quedan en lo que verdaderamente son: en “entes”.

“El pueblo mexicano es incapaz de elegir convenientemente a sus altos funcionarios, no sabe elegirlos porque en vez de que se le preparara para la libertad, desde hace algunos años, ha sido educado para la obediencia ciega, […] para prodigar tempestades de aplausos y envolver en nubes de lisonja al poderoso y al tirano”, escribió en 1901 Díaz Soto. Y, ayer como ahora, “la experiencia descarnada nos presenta masas imbéciles y tiranías insolentadas”.

Los derechos de los pueblos; Antonio Díaz Soto y Gama; prólogo de Jesús Zavaleta Castro; primera edición; Clásicos de la Resistencia Civil; Universidad Autónoma del Estado de Morelos; México, 2015; 94 pp.

Morelos. Periodismo decimonónico. Registro hemerográfico y selección de textos sarcásticos y humorísticos; Jesús Zavaleta Castro; primera edición; Gobierno del Estado de Morelos; México, 1998; 100 pp.

Imagen: El Progresista. Periódico independiente (fragmento);

Jojutla, Morelos; 14 de enero de 1877. Archivo Jesús Zavaleta Castro.