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Felipe Garrido

A

Sólo con huirla

Dominado por el estúpido deseo de probar la virtud de su hermosísima mujer, Gamaliel retó a su amigo Anselmo a que la sedujera. Anselmo abominaba la idea, pero Gamaliel tenía un argumento irrebatible: “¿Se lo pido a otro?” Gamaliel les procuró lugar y tiempo para que se vieran a solas; perfumes y joyas que la ablandaran. Música y videos que socavaran su virtud.

Para que Anselmo pudiera cortejarla sin estorbos, Gamaliel hizo un viaje de negocios. Camila vio que la acompañara siempre alguna de sus criadas, pero… su trato, su inteligencia y su hermosura acabaron de fascinar a Anselmo, que, al cabo de unos días comenzó a requebrarla, a quebrantar su voluntad…

Rendida Camila, Gamaliel regresó… y Lotario comenzó a engañarlo: se dedicó a elogiar las virtudes de la muchacha, al tiempo que a espaldas de su marido la acosaba con fortuna y avidez.

Para apagar la hoguera del deseo hace falta huirla.

B

Lenguaje hablado y lenguaje escrito

Así pues, nacemos equipados para contagiarnos de la lengua que hablen quienes nos rodeen. No sucede lo mismo con la lectura y la escritura No contamos con ninguna predisposición genética para leer y escribir ese mismo lenguaje que tan naturalmente vamos entendiendo y hablando.

Desde un punto de vista histórico, los seres humanos comenzaron a serlo cuando empezaron a contar con un idioma. Y eso sucedió hace tanto tiempo que lo hemos incorporado a nuestra naturaleza. Por supuesto cada quien maneja una lengua en unos cuantos de muchos posibles niveles. Pero, así sea de manera elemental, los seres humanos se caracterizan porque son, todos, capaces de hablar y de escuchar –no siempre de entender– lo que se dicen. Hablar y escuchar un idioma son, pues, prácticas tan añejas como la humanidad misma. Antes del lenguaje no hubo seres humanos. Otras especies cuentan con sus propias –otras– maneras de comunicación, pero ninguna de ellas tiene, ni remotamente, un nivel de desarrollo comparable con los que llegan a alcanzar cualesquiera de los más o menos siete mil lenguajes que, según Google, hay en el mundo –unos cuantos dominantes; la mayoría en vías de extinción.