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La tragedia del huracán Otis, no atañe únicamente a Acapulco y a las comunidades afectadas, sino a todo el país, por lo que el entrañable puerto representa para millones de mexicanos. En el caso de Morelos, reviste de gravedad, no solo por la vecindad con Guerrero, sino por lazos históricos, culturales, de solidaridad, pero lo más importante: los de sangre que unen a morelenses con guerrerenses. Son miles las familias en la tierra de Zapata conformadas por guerrerenses o con estrechos lazos familiares con ellos, no son pocos los guerrerenses que aquí también trabajan. Los surianos a su vez constituyen una vibrante aportación a la cultura, la economía, la política y la sociedad de Morelos.

Más allá de los yerros imputables al presidente de la república y a la gobernadora de Guerrero con respecto a la negligente respuesta y reacción ante una de las mayores catástrofes naturales de nuestra historia, se debe pensar en la reconstrucción de Acapulco, de las colonias de habitantes, de avecindados, y también de la infraestructura del sitio decano del turismo extranjero en México, pero también de un destino recurrente para mexicanos de los más variados estratos socio económicos, desde las clases populares hasta aquellos de mayor nivel adquisitivo.

Alemania, Italia y Japón fueron arrasados hasta las cenizas al final de la Segunda Guerra Mundial, su reconstrucción fue ejemplar y hoy se cuentan entre las primeras economías del mundo. En un ejemplo más similar y local, tras el huracán Gilberto en 1988, también de categoría 5, Cancún quedó devastado, sin embargo, fue reconstruido y constituye un destino de fama mundial y el principal receptor de divisas provenientes del turismo en México. Lo mismo se debe hacer con Acapulco, ponerlo en pie es obligado no solo con sus habitantes, sobre todo los más pobres, sino a su vez con la vocación turística del lugar.

Sin dejar de lado la solidaridad con nuestros hermanos guerrerenses, la reconstrucción de Acapulco debe ser también el renacer de Morelos en materia turística. El tiempo que lleve levantar el puerto y poner de nueva cuenta sus hoteles, restaurantes y playas en pie, debe ser aprovechado en Morelos para ofertar un destino alterno, sobre todo al turismo capitalino, así como la oportunidad para corregir las fallas que le han restado atractivo a Morelos.

Contamos con una ubicación y un clima envidiables, con buena conectividad, con un aeropuerto de grandes dimensiones, así como con una oferta de servicios de primer orden, con más de once sitios patrimonio de la humanidad por la UNESCO, con una propuesta de turismo cultural en todas sus variantes, de turismo de aventura, rural, de bodas y convenciones, una rica gastronomía, haciendas, parques acuáticos, balnearios, campos de golf y sitios para conciertos entre otros. Al igual que Acapulco, Morelos es una oferta al alcance de los bolsillos de la gran mayoría de los mexicanos

Hoy desafortunadamente, nuestras carreteras son inseguras y mal señalizadas, la autopista a la Ciudad de México es un infierno donde convergen los bloqueos con los violentos asaltos y los enjambres de imprudentes motociclistas. Muchos museos están cerrados, la ruta de los conventos y de Zapata solo existen en la papelería de la Secretaria de Turismo y Cultura. Las calles, caminos, pueblos y ciudades lucen sucios, son peligrosos y la anarquía urbana reina a sus anchas. En Cuernavaca las terminales de autobuses se encuentran en el centro de la ciudad, el World Trade Center no tiene siquiera ya no un hotel aledaño sino una tienda de conveniencia a su alrededor. El aeropuerto debe tener lustros sin operar, todo lo anterior merma el interés para visitar el estado y el atractivo de tantos negocios de los más diversos rubros, muchos de ellos de añeja tradición.

Las comparaciones suelen ser odiosas, pero debemos mirarnos en el espejo de otras entidades del centro del país, que han hecho de sus destinos, sitios atractivos y con enorme demanda de visitantes. La tarea es titánica y por supuesto que sobrepasa la capacidad y presupuesto de la Secretaria de Turismo y Cultura local, pero el reto bien merece la pena, pues si recobramos nuestro brillo turístico no solo impulsaremos la más importante vocación económica de Morelos, sino también tendremos un mejor lugar para vivir.

*Escritor y cronista morelense.

Casa principal de la Hacienda de Oacalco, Yautepec.