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El ejercicio de canje de armas que se iniciará en dos días será un tanto deslucido en nuestro estado pues solamente Cuernavaca y Temixco se anotaron para realizarlo.

Usualmente los ediles morelenses son, en su mayoría, entusiastas para participar en esta campaña de despistolización (aunque también han logrado rescatar de entre la población civil armas de grueso calibre, bombas de humo y hasta granadas de fragmentación), por lo que, entre 2018 a principios de este año, en todo el estado se logró asegurar un total de dos mil 563 armas de fuego: dos mil 34 armas cortas y 529 largas, así como mil 85 cargadores y 653 mil 388 cartuchos de diferentes calibres.

Quizá el escaso éxito de la campaña en este año, más que al desdén o descuido de los ediles, se deba a las finanzas municipales. Tan solo Cuernavaca destinará 200 mil pesos para el canje, pues las personas acuden a los centros de acopio en calidad de ciudadanos anónimos y, a cambio del arma, reciben dinero en efectivo y la promesa de que no habrá ninguna investigación sobre su procedencia o la forma en que llegó a sus manos, por eso participa la SEDENA.

Además de la cuestión financiera, es un hecho que la “Campaña de Canje de Armas de Fuego” -que es su nombre oficial- ha perdido el interés de la gente conforme ha pasado el tiempo; de acuerdo al estudio “Percepción sobre el tráfico de armas y la violencia comunitaria en México” de la Cámara de Diputados presentado apenas en marzo de este año, los resultados de estas campañas de despistolización han disminuido constantemente desde hace 10 años cuando alcanzó su récord histórico, aunque hubo un efímero repunte en 2019; 2021 fue el peor año para la entrega voluntaria de armas de fuego, aunque, por supuesto se atravesó el COVID.

Los datos parecen señalar que las personas se han vuelto renuentes a deshacerse de las armas que, por una u otra razón, poseen, y tampoco se debe descartar que este hecho no esté marcado por el creciente clima de inseguridad que se vive en todo el país.

En aquel estudio se reconoce que “las armas de fuego en México son de fácil acceso para la mayoría de la población, a pesar de ser ilícita su portación sin permiso de la Secretaria de la Defensa Nacional (SEDENA). Un estudio de Weigend et al (2021), señala que, con base en datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) en el periodo de 2012 a 2018, alrededor de 1.89 millones de hogares mexicanos adquirieron un arma de fuego. Asimismo, se calcula que alrededor de 6.8 millones de viviendas tuvieron acceso a un arma de fuego durante el mismo periodo (2012-2018)”. Las cifras anteriores dejan muy abajo la cantidad de armas recuperadas por las campañas de canje desde su implementación.

Por otro lado, Alejandro Celorio, consultor jurídico de la SRE reconoció el año pasado ante el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) que México es el «quinto país del mundo con más armas de fuego sin registrar (…) hay más de 13 millones de armas sin registro en circulación en nuestro país a pesar de que las leyes mexicanas de posesión de armas son estrictas».

Ante estos hechos, es claro que no se puede dejar en manos de la buena voluntad de la gente la reducción de las armas en México ni en Morelos, probablemente, si hubiera mayor control y se hicieran valer “las estrictas leyes” en la materia que señala el funcionario, la despistolización sería mucho más efectiva.

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