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Ofende la ineptitud, el nepotismo nomás fastidia

 

A nadie debería extrañar que la oposición siga denunciando en los medios la colección de presuntas irregularidades en la administración del gobernador, Cuauhtémoc Blanco. En gran medida, la utilidad práctica de los disidentes es señalar los errores, omisiones, abusos y actos cuestionables cometidos por el poder, para permitir a la sociedad formar o fortalecer los contrapesos que ese poder requiere.

Así que cuando la oposición denuncia una presunta red de nepotismo, integrada por parientes del mandatario ubicados en oficinas del gobierno de Morelos, sólo está haciendo un trabajo del que podría reclamarse lo tardío, sin duda, y algo de desaseo en la presentación de los datos. Pero en esencia, los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional, Redes Sociales Progresistas y de la Revolución Democrática, están haciendo su chamba, la misma que debieran hacer hace uno, dos, tres, cuatro y cinco años y que por algún desvarío omitieron.

Extraña que, “con los pelos de la burra en la mano”, no acudieran a presentar las denuncias correspondientes de cada uno de los casos de presunto nepotismo a la Fiscalía Anticorrupción, ubicada en la calle Estrada Cajigal de la colonia Reforma en Cuernavaca (una dirección bien conocida por escándalos más o menos recientes). Un happening así probablemente habría tenido más impacto, y ofrecido más elementos para el seguimiento, que la rueda de prensa en que acusaron al gobernador de tener a parte de su parentela enchufada en la nómina de diferentes oficinas del gobierno estatal; una peculiaridad que sabe la gente de Morelos, no se limita a parientes, incluye también amigos, esposas de amigos, compadres y socios en un complejo tejido burocrático; y que tampoco es exclusiva de la administración de Cuauhtémoc Blanco, a saber se dio también con Graco Ramírez, Marco Adame Castillo y Sergio Estrada Cajigal, por lo menos.

La pregunta más profunda probablemente sería si el gobierno de Cuauhtémoc Blanco habría funcionado sin tejer esa red de nepotismo, amiguismo y compadrazgos. Es probable que tampoco así, muchas organizaciones en el mundo están sustentadas en el nepotismo. Un estudio de Francisco Javier vega Oviedo de Mexicanos contra la Corrupción, cita que “diversos estudios han encontrado que existen consecuencias benéficas del nepotismo para las organizaciones. Por ejemplo, la curva de aprendizaje es más corta, hay una lealtad mayor, y menores riesgos. Hay relaciones estables con contratistas y un mayor compromiso a largo plazo. Finalmente, la comunicación de las reglas y su aplicación es más clara y más justa”.

Pero en México, el nepotismo en el gobierno es un “incorrección social” o corrupción tradicional, expone el mismo autor. En efecto, hay delitos asociados con el nepotismo como el abuso de autoridad, ejercicio abusivo de funciones y tráfico de influencias. Dar trabajo en el gobierno que uno preside a parientes y amigos no es necesariamente la causa del fracaso de una administración pública, pero la ciudadanía puede pensar que probablemente la contratación de gente más apta, sin nexos familiares con el mandatario, podría haber resultado en una mejor función pública.

En todo caso, de acuerdo con las experiencias recientes, lo que ha ofendido a los morelenses es más de una década de incapacidad de la administración pública para resolver los problemas que la agobian, inseguridad, crisis económica, baja calidad de los servicios públicos, aumento de la pobreza y marginación, políticas sociales erradas, entre otros; el nepotismo solamente fastidia más, es decir, es un agravante, no el origen del mal.

Todos los gobernadores recientes de Morelos han tenido parentela incómoda. Esos familiares han sido señalados por hacer negocios con o desde el gobierno estatal. Con la venia del mandatario, encargados por él mismo, o utilizando su nombre al estilo de foto con Don Porfirio, los parientes, compadres y amigos de muchos gobernantes han participado en actos de corrupción que los volvieron relativamente ricos. Ninguno de ellos ha escapado a los señalamientos de la opinión pública, pero difícilmente se les podría atribuir el fracaso de los gobiernos de los que se sirvieron. En todo caso, las razones de la debacle gubernamental en Morelos han estado siempre más asociadas a las decisiones de los mandatarios y sus gabinetes.

Lo cierto es que a pocos molestaría quiénes son los directores de área y jefes de departamento de un gobierno que hiciera bien las cosas, es decir, el problema no es el nepotismo. En todo caso deberían investigarse y aclararse otras denuncias aparentemente más relevantes y que resultarían constitutivas de delitos como tráfico de influencias, ejercicio indebido del servicio público, desvío de recursos; y no por la temporada electoral, sino por la urgencia de que esas prácticas se erradiquen definitivamente de la administración pública.

Mientras, seguramente el gobernador negará las acusaciones, la oposición insistirá en ellas y la ciudadanía morelense seguirá esperando que haya alguna propuesta, aunque sea de soslayo, para mejorar la vida en el estado. Lo menos que podríamos pedir a los políticos a estas alturas.

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Por cierto, en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos ha causado incomodidad la adhesión de Jaime Arau (presidente de la Junta de Gobierno), Iván Elizondo (miembro de la Junta de Gobierno), Mario Cortés (líder del sindicato académico) y César González (presidente de la FEUM) a la campaña de Margarita González Saravia, porque se presume usan la representación universitaria que la rectora, Viridiana Aydeé León Hernández ha cuidado mucho de mantener fuera de lo político electoral. En la rectoría hay cierta incomodidad por la situación que ha llevado a la candidata de Morena a estar en eventos de la universidad que estaría perdiendo así su necesario equilibrio y la sana lejanía que la institución debe tener de la grilla partidista.

@martinellito

martinellito@outlook.com