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La realidad patea el trasero del IEBEM

 

Hace muchos años, cuando Elba Esther Gordillo era aún la poderosa líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, en alguna entrevista le pregunté porqué el magisterio no salía a marchar cada vez que sus demandas eran ignoradas por la autoridad. Era yo un inocente reportero novato y así me lo hizo saber antes de responderme con una frase que parafraseo “si sacamos a los maestros, ¿cómo los volvemos a meter?”. Después escuché esa sentencia de muchos otros dirigentes locales y nacionales del sindicato, algunas veces acompañada de un remate de incertidumbre por el riesgo de que el magisterio cambie las demandas de la movilización o incluya algunas no programadas.

El director del Instituto de la Educación Básica del Estado de Morelos (IEBEM) se formó en el sindicalismo magisterial justo cuando “la Maestra”, como todos ellos le decían a Elba Esther, estaba en “la plenitud de su poder”. Algunos de sus asesores también se formaron bajo el liderazgo cauteloso y calculador de Gordillo. Basilides Nava que incluso fue dirigente de la sección 19 por gracia de “la Maestra”, conocía y repetía la idea de no sacar al magisterio a las calles, hasta que fuera incontenible.

Pero Eliacín Salgado no es calculador y mucho menos cauteloso. En el afán de posicionarse políticamente (quiere ser alcalde de Cuernavaca), el director del IEBEM ha olvidado todos los valores y mucho del manejo político que le enseñó su paso por el sindicato más grande de América Latina. Así que aprovechó la preocupación legítima del magisterio morelense por la seguridad para armar una marcha por la paz a la que obligó la asistencia de miles de docentes de todo el estado. Fue una bajeza utilizar el asesinato de la maestra Alejandra Nayeli, absolutamente condenable, para buscar lesionar políticamente a dos de los adversarios de su jefe, el alcalde de Cuernavaca, José Luis Urióstegui Salgado, y el fiscal, Uriel Carmona Gándara, contra quienes pretendía dirigir el discurso de la marcha a través justamente de Basilides Nava.

Curiosamente, la convocatoria sirvió para que los maestros, que enfrentan los mismos problemas de inseguridad que el resto de los habitantes del estado, se pronunciaran para pedir paz en toda la extensión de la demanda, que pasa (y esto ni Eliacín ni los suyos parecen haberlo calculado) por la censura a las omisiones del gobernador, Cuauhtémoc Blanco, a quien Eliacín le debe el puesto y a cuyo grupo político se adhirió desde el 2015.

Peor aún, con la colección de pendientes que tiene Eliacín con el magisterio (adeudos, conflictos laborales, relación deteriorada, autoritarismo, entre otros), era muy probable que los maestros, ya en la calle, le reclamaran al director del IEBEM. Y así ocurrió.

Eliacín Salgado olvidó que el magisterio morelense sabe lo que ocurre en el estado, en cada una de sus comunidades. No se trata de un gremio fácilmente manipulable, los maestros ubican los niveles de responsabilidad gubernamental mucho mejor que otros grupos y hace tiempo están enojados porque el gobierno federal no acabó de cumplirles todo lo ofrecido en campaña, y porque el estatal los ha tratado tan mal (y a veces peor) que al resto de la sociedad. Ese gobierno, para los profes, tiene por lo menos dos rostros, el de Cuauhtémoc Blanco, y el del jefe administrativo de la mayoría de quienes marcharon exigiendo justicia, el director del IEBEM.

Por supuesto que el director del IEBEM y sus apoyadores, aún tiene algunos, podrán decir que algunos grupos de opositores infiltraron maestros inconformes y consignas en su contra, lo que sería una inocentada. Eliacín sabe que esas cosas pasan cuando se arman manifestaciones multitudinarias. Lo cierto es que, como dicen muchos maestros, el director del instituto fue incapaz de controlar incluso la marcha que él mismo organizó, de ese tamaño es el error.

Lastima en todo caso que con el escándalo alrededor de la marcha del director del IEBEM contra su jefe (en eso se convirtió al final), la demanda justa del magisterio y de la sociedad, por paz, justicia y seguridad, sea marginada. Nadie debería hacer escándalos que oculten el dolor, mudo porque ninguna palabra o hecho le alcanza, de las víctimas en Morelos. Tampoco eso pudo respetar el IEBEM. La gesta por una comunidad de paz no se logra con arrebatos político-partidistas. Requiere de reflexión y trabajo.

En un mundo normal, lo que hizo el acelerado funcionario debería costarle su carrera política (que ha construido a partir de éxitos muy esporádicos y afortunadas casualidades). En Morelos probablemente no pase nada, con todo y que se ha colocado en una posición donde lo que más le convendría sería un sonoro despido, así probablemente podría aún hacerse pasar como otra víctima del gobernador. Pero su apresurado retiro daría al traste con parte de la operación política y quizá financiera del gobierno estatal.

Dicen que a veces la realidad vuelve a patearte el trasero. A Eliacín le pasó este guadalupano martes, los malos resultados de su gestión al frente del IEBEM regresaron, uno por uno. El fracaso escolar, la falta de apoyo a los maestros, la acumulación de adeudos, los gritos que les regala a los docentes, su escaso talento político, sus silencios cómplices, todas sus omisiones regresaron y cada una y todas juntas le regalaron, por lo menos, una coz.

@martinellito

martinellito@outlook.com