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Cuando se instituyó el programa de Pueblos Mágicos en México, allá por el 2001, se pensó en impulsar el turismo nacional y extranjero con un esfuerzo que involucrara a toda una comunidad para rescatar y enorgullecerse de su patrimonio cultural.

Desde luego, hay lana de por medio, y la federación promete recursos para ampliar y mejorar la infraestructura y la prestación de servicios. Esos recursos se deben usar para fomentar actividades culturales y comerciales, para que, al mismo tiempo que se fortalece el comercio local, se rescate la producción de artesanías y la tradición gastronómica.Igualmente, no están fuera del esquema nuevos emprendimientos ni manifestaciones culturales más allá de las tradicionales, al contrario.

Después de varios altibajos, y de mantener una cifra de 132 Pueblos Mágicos por algún tiempo, el programa decidió actualizarse y crecer la lista en casi un 30 por ciento, sumando 45 pueblos de 25 entidades federativas, Morelos entre ellas, por lo que, con la inclusión de Tlaltizapán de Zapata y Xochitepec, son morelenses cuatro Pueblos Mágicos, pues ya teníamos a Tepoztlán y Tlayacapan.

Cualquiera que conozca por encimita nuestro estado puede pensar que esa lista es breve en exceso, pero hay que considerar que para obtener el nombramiento se deben cumplir diversos requisitos: se tiene que presentar un inventario actualizado de recursos y atractivos turísticos, un amplio reporte fotográfico, un programa municipal de turismo alineado a otros programas y planes sectoriales de la demarcación, un diagnóstico de las condiciones socioeconómicas, la situación actual del turismo y hasta un pronunciamiento oficial del cabildo, entre otras cosas. Quizá por eso, en la convocatoria para el nombramiento de nuevos Pueblos Mágicos, solo el 37 por ciento de los inscritos -se recibieron 123 solicitudes- cumplieron a cabalidad con todos los requisitos. Tlaltizapán y Xochitepec, por lo menos, hicieron bien la tarea.

Lo que sigue es una oportunidad para los nuevos Pueblos Mágicos, y no tanto por los recursos adicionales que se les puedan inyectar a su presupuesto, sino para que la comunidad se siente a pensar en lo que tienen, en la forma en que se podría fortalecer y en lo que pueden proponer para que los visiten. Un ejercicio de autoafirmación municipal que, por cierto, podrían hacer los restantes 32 municipioscomo estrategia económica.

Aprovechando que es domingo, no estaría de más que visitemos los nuevos Pueblos Mágicos de Morelos antes de que el embrujo los transforme demasiado, como dicen algunos que le pasó a Tepoztlán, por privilegiar en exceso la apertura de bares y cantinas. 

Se puede Ir a comer un pozole en Xochitepec y tomarle fotos al templo de San Juan Evangelista, o ir a los balnearios de Tlaltizapán y, por ahí, rendirle nuestros respetos a los héroes que descansan en el mausoleo que mandó construir el Caudillo del Sur.

Pero tampoco está de más recordar que Morelos, todo, sigue siendo un gran estado aunque “mágicos” solo sean cuatro de sus muchos pueblos, y la gran mayoría, tiene la capacidad deencantar a quien los visite; hay que reconocer nuestro estadoantes de que nos lo acabemos.

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