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Esperanza como utopía de un mundo mejor

 

Hace una semana, se presentó en la UAEM mi libro El cuarto jinete del apocalipsis. En la primera parte de éste, se narra cómo una enfermedad que apareció en un pueblo muy lejano de China, se convirtió en una pandemia.

La pandemia puso en jaque todas las estructuras humanas incluyendo la ciencia que evidenció su falibilidad al igual que cualquier estructura humana. Por otro lado el covid-19 nos ubicó en la conciencia de nuestra mortalidad.

Cuando estamos cerca de la muerte, tenemos esa conciencia y asumimos un pensamiento diferente al dominante, individualista, depredador e indolente y nuestro pensar se enfoca a lo que da sentido a la existencia. Con la pandemia pasó esto, aunque a una escala mundial.

La humanidad estaba al borde de un parteaguas que transitaría a una forma de pensar y vivir, más sustentable, equitativa, justa, en paz y en armonía con la naturaleza y con el resto de los vivientes humanos y no humanos.

En el libro se narra esta utopía y se intenta visualizar como impactarían las enseñanzas de la pandemia a los diferentes constructos humanos como la ciencia, la educación, la política y más. Aposté a la posibilidad de un mundo mejor.

Sin embargo a inicios de 2021 llegaron las vacunas nos olvidamos de las angustias de la pandemia, del encierro, de la conciencia de nuestra mortalidad y volvió el individualismo, la demagogia, la inequidad, la violencia, el divorcio con la naturaleza.

Al reconocer nuestra pésima memoria histórica y que rápidamente se olvidaban los buenos propósitos una vez que ha pasado el peligro, confieso que me embargó un sentimiento de frustración y desencanto.

En el epilogo del libro se retoma el mito de la caja de Pandora a quien cada uno de los dioses le dieron uno una virtud femenina. El mismo Zeus le dio como regalo, una caja, con la instrucción de no abrirla. Con esa curiosidad propia de los humanos, Pandora abrió la mítica caja y salieron en tropel todas las calamidades que hoy aquejan a la humanidad. Aunque, al final de la caja, casi escondida quedó el ultimo regalo de los dioses, la esperanza.

El libro cierra con la esperanza de que la humanidad retome la construcción de su historia hacia un mundo más vivible donde se privilegie el desarrollo y expresión de lo humano en todas sus expresiones y dimensiones.

En una reunión semanal que tengo con un grupo de amigos surgió la pregunta de ¿cuál es la esperanza del ser humano?, y en su caso, si el temor que generó la pandemia no hizo posible la utopía de un mundo mejor, ¿cuál debiera ser la estrategia para lograrlo?

Intentando responder a la primera pregunta estimo que la humanidad entre sus esperanzas tiene, la construcción de la paz, así como también una relación armónica con la naturaleza que se traduzca en una sustentabilidad ambiental.

Por otro lado esperamos un mundo más equitativo con igualdad de oportunidades, que erradique la pobreza. También esperamos que los avances de la ciencia puedan mejorar la calidad de vida encontrando cura a enfermedades como el cáncer.

La construcción de comunidad dejando el pensamiento individualista donde prive la cooperación y la solidaridad entre seres humanos es otra de las esperanzas que compartimos muchos humanos.

En cuanto a las estrategias para hacer realidad la utopía de un mundo mejor, una es la educación, partiendo de su finalidad que queda implícita en los cuatro pilares de la educación de la UNESCO aprender a aprender, a conocer, a convivir y a ser.

La educación tradicional ha puesto énfasis en los dos primeros pilares y relegando el de aprender a vivir juntos y aprender a ser. El primero hoy es más que pertinente en el mundo de violencia generalizada, en tanto que el segundo pilar, aprender a ser da sentido a la educación y se hace una realidad el desarrollo de lo humano y el aprender a vivir.

Edgar Morin en “Los siete saberes del conocimiento para la educación del futuro” sostiene que uno de los saberes es la enseñanza de lo humano de manera integral pues como él mismo cita no es posible entender lo humano con el pensamiento disyuntivo que hoy separa lo material de lo espiritual.

A través de estas estrategias de la educación entre otras, es posible hacer realidad la esperanza o esperanzas que compartimos los humanos y cuya finalidad última es la construcción de un mundo mejor.