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LA CRUDA POSTELECTORAL

 

La «cruda» es un término coloquial que usamos los mexicanos para describir los efectos físicos y emocionales que se experimentan después de una tremenda borrachera que, también se le conoce como resaca. La cruda se manifiesta en síntomas físicos como la deshidratación, náuseas, vómitos, mucha sed, cansancio, debilidad, desgano, hipersensibilidad a la luz y a los ruidos.

Entre los síntomas psicológicos de la cruda están la ansiedad, la inquietud, el nerviosismo que se somatiza en síntomas físicos como la sudoración, el temblor y la taquicardia. Algunas veces se manifiesta como una depresión alcohólica acompañada con sentimientos de culpa y otros síntomas emocionales.

Después de los excesos de una noche de juerga se resienten estos síntomas físicos y emocionales por lo que los mexicanos buscamos la manera de “curarla”. Hay muchas recetas para la cruda, desde preparados alcohólicos exprofeso, remedio muy socorrido aunque con frecuencia se “pican” y de nuevo vuelve la borrachera.

Un símil ocurre después de un proceso electoral polarizado como el que acabamos de vivir desde hace unos meses y que concluyó el domingo pasado, sin duda fue un exceso. La cruda postelectoral se puede definir como el estado físico y anímico que se vive después de una campaña polarizada.

El culmen de la borrachera electoral ocurrió antes que se dieran a conocer los resultados. En ese estado etílico electoral, el líder de Morena salió a descalificar a sus opositores, al tiempo que los candidatos de las diferentes coaliciones se declaraban todos triunfadores sembrando la duda y la inquietud en el electorado, duda que fue alimentada por el tardío anuncio de la presidenta del INE.

La cruda postelectoral se caracteriza por los siguientes síntomas, por una parte los seguidores del candidato perdedor sienten una gran desilusión, pesadumbre, incredulidad, frustración y hasta depresión por la derrota. En tanto que los que apostaron por el candidato ganador muestran una alegría que a veces va más allá de la euforia.

Parte de la sintomatología de la cruda postelectoral se alimenta con una cobertura mediática desde una polarización, sin embargo, hasta donde yo he tenido la oportunidad de ver y leer en esta cobertura mediática en los medios masivos como la prensa y la radio ha cabido la prudencia.

Una cruda electoral es un período de ajuste y adaptación tanto para los políticos como para los ciudadanos, marcado por la aceptación de la realidad electoral y la preparación para el futuro político del país.

La resaca postelectoral se recrudece en un ambiente polarizado por eso es necesario a la manera tradicional nacional, “curársela”. En un símil con la resaca alcohólica, es necesario curar la sintomatología de la cruda postelectoral. Para lo cual, se tiene que acudir a algunos remedios.

El primer remedio, en un contexto de tanta polarización como la que hemos vivido es el llamado de los lideres ganadores a la reconciliación, la patria no puede continuar con un pensamiento donde hay buenos y malos, fifís y chairos, conservadores y liberales.

No puede haber un pensamiento único, es necesario sincretizar los componentes de los diferentes pensamientos. Aquí acudo al dicho de un amigo mío ya finado, “todo lo sabemos entre todos”. La esperanza con la que acudimos muchos mexicanos a las urnas fue precisamente tener una patria unida y solidaria.

El otro remedio para la cruda electoral corresponde a los millones de electores cuya opción no es la ganadora y consiste en mantener la esperanza de que la opción vencedora tenga la sensibilidad de escuchar los reclamos de una patria sin violencia, privilegiando el trabajo bien remunerado para salir de la pobreza de manera permanente, un sistema de salud eficiente y digno que alcance a las mayorías, una apuesta al uso de energías limpias en el contexto de nuestra corresponsabilidad con la vida del planeta.

La esperanza de una patria no polarizada, unida, solidaria, sin violencia, sustentable, equitativa y justa es en este momento la mejor cura para concluir con la resaca electoral. Tenemos la confianza que nuestros y nuestras gobernantes sepan escuchar nuestros legítimos reclamos.