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Una caminata entre los hongos

La temporada de lluvias es un deleite gastronómico. Para quienes vivimos en Morelos, esta época es una delicia. Podemos encontrar maíz cacahuazintle, manzanas silvestres, quelite cenizo, quintoniles, pápalos, brotes de guaje y, por supuesto, hongos silvestres. No por nada el mes de agosto es conocido como “Hongosto”. En esta temporada podemos encontrar muchas especies comestibles, como hongos azules (Lactarius indigo), escobetas (Ramaria sp), clavitos (Lyophyllum sp.), yemas (Amanita caesarea), pancitas (Boletus sp), chipotles (Morchella sp.), orejas (Russula sp.), trompas (Hypomyces lactifluorum) y un largo etcétera.

Más allá de sus enormes funciones en los ecosistemas (chequen el texto de Karime Díaz “Hongos: dadores y transformadores de vida”), para la especie humana los hongos también son una fuente de alimentación, tienen usos medicinales y una enorme importancia cultural como sustancias psicoactivas y elementos centrales en fenómenos espirituales. No obstante, también hay hongos tóxicos e incluso mortales, de ahí que sea importantísimo promover el conocimiento para identificar los distintos tipos de hongos y sus usos.

Precisamente eso es lo que busca el proyecto “Hongos: reconocimiento, recolecta y tradición”, una iniciativa que comenzó en 2022 con el apoyo del Programa de Acciones Culturales Multilingües y Comunitarias (PACMyC). Su objetivo es dar a conocer los diferentes tipos de hongos de la comunidad de Santa María Ahuacatitlán, a través de recorridos guiados por habitantes de la comunidad, expertos en micología y estudiantes de la UAEM. El proyecto también realiza exhibiciones de los hongos colectados durante los recorridos y editará un libro con fotografías de los especímenes de la localidad e información al respecto. Quien se encuentra al frente de esto es el biólogo del Laboratorio de Micología de la UAEM, José Enrique Cruz Trujillo, o Quike Cruz, como se hace llamar.

Santa María Ahuacatitlán está en el norte de Cuernavaca, se encuentra en el Corredor Biológico Chichinautzin, un área natural protegida que abarca los estados de Morelos, Estado de México y CDMX; en ella se encuentra el bosque mesófilo de montaña (también llamado bosque húmedo, de neblina o niebla).

Este fin de semana, por segundo año consecutivo, un grupo encabezado por Quike Cruz organizó un recorrido al bosque de Santa María para conocer e identificar las especies de hongos que ahí crecen. La cita fue el sábado a las 9:00 am en “La Canchita del Monasterio”, donde a muy pocos minutos caminando se entra al bosque. Cuando llegué al punto de reunión, a las 9:00 en punto, ya había unas 10 personas reunidas. Para mi sorpresa a los poco minutos empezaron a llegar más personas de todas las edades, incluso infancias. No solo eran de Cuernavaca, también provenían de otros municipios del estado. Al final, nos juntamos alrededor de 60 personas.

Nos dividimos en grupos, al frente un estudiante de la UAEM y comenzamos la caminata. El recorrido fue un deleite. Bosque, clima fresquito pero no frío, nublado pero sin lluvia, mucha vegetación y un constante ascenso. Conforme íbamos avanzando, los guías nos iban explicando características de los hongos que veíamos: “este es un hongo del género Boletus. Lo voy a cortar a la mitad y verán que se empieza a pintar azul. Eso es una característica de estos hongos”, decía uno de los guías. Seguimos caminando y aproveché para tomar muchísimas fotos y videos con un lente macro para celular; para mí el resultado es espectacular… como en los memes: no es mucho, pero es trabajo honesto.

Al llegar a una planicie, nos reunimos en círculos y nos hablaron sobre las diferencias las especies de hongos según la vegetación, el clima, la humedad y otros factores. Nos explicaron que lo que conocemos como hongos, es en realidad el cuerpo fructífero del hongo (como si fuera una fruta, justo) y que el hongo en sí es el micelio, que está debajo y puede ser una enorme e intrincada red (se dice que el ser vivo más grande del mundo es un hongo de las Montañas Azules de Oregón con una extensión aproximada de 900 hectáreas). También nos explicaron cómo hacer una adecuada colecta de los hongos: se deben golpear suavemente para que liberen esporas, luego cortarlos de la base con una navaja para no dañar el micelio y colocarlos en una canasta para que al caminar los hongos sigan esparciendo sus esporas. Continuamos hasta llegar a otro claro, en donde nos reunimos todos los grupos y nos tomamos la clásica foto del recuerdo. Estoy muy feliz de haber asistido al recorrido, y más aún de haber conocido a otras personas entusiastas de la naturaleza y saber de la existencia de iniciativas como esta.

Por cierto, si les interesa el proyecto de hongos, sigan a Descubriendo Vida Films en Facebook.

Que el Micelio les acompañe.

*Comunicador de ciencia Instagram: @Cacturante