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(Nuestras Raíces)

La lengua imperial y la diversidad lingüística en México

(Huei altepetlahtol ihuan occequi tlahtolli ipan México)

Roberto Rodríguez Soriano*

En 1492, el lingüista Antonio de Nebrija, publicó en 1492 su obra Gramática castellana, considera la primera gramática castellana de la historia. En el prólogo a esta obra, que dedicó a la reina Isabel la Católica, Nebrija vinculó la lengua con el poder, destacando que siempre han estado entrelazados: «siempre la lengua fue compañera del imperio». Nebrija entendió que los imperios emergen con la imposición de una lengua, transmitiendo así los usos y ejercicios del poder. Captó con asombrosa lucidez que el poder, sus usos y ejercicios de violencia, siempre vienen acompañados y fundamentados por una lengua porque ésta representa una cosmovisión determinada.

La conquista y colonización de la llamada América por parte de España buscaba establecer un orden político, económico y social basado en la cultura hispánica como parámetro jerárquico superior; con el español como expresión más evidente. Aunque no se convirtió en una lengua franca en la Nueva España, el español sí actuó como un símbolo de estatus social y, en cierta medida, como lengua jurídica e institucional que configuraba las relaciones de poder.

El régimen virreinal novohispano no buscaba eliminar las diferencias lingüísticas y culturales, ya que su dominio se basaba en estas diferenciaciones. En cambio, el régimen independiente, que dio origen al Estado-nación mexicano, tenía como objetivo homogeneizar cultural y biológicamente a la población, estableciendo el criollismo como parámetro superior.

Esta identidad cultural, basada en la hispanidad y en la lengua española, tenía como finalidad tanto la defensa contra posibles amenazas extranjeras como en la protección de los criollos ante otros grupos étnicos bajo el imaginario de guerras de castas (raciales) en su contra. A pesar de que los criollos eran una minoría en comparación con la población indígena, el Estado-nación concentró sus esfuerzos en la asimilación y el exterminio de los otros grupos étnicos, promoviendo la idea del mestizaje como una forma de hispanización. El mecanismo más potente de transformación cultural de millones de personas fue la imposición de la lengua española como lengua nacional. Es decir, en el lingüicidio que vino de la mano, principalmente, de la educación escolar. Dice la intelectual mixe Yásnaya Aguilar que las lenguas indígenas no se mueren, se les mata. Y se les mató de mil formas: atacando y matando a sus hablantes; despojando de sus territorios y recursos naturales; promoviendo los desplazamientos forzados; excluyendo y marginando a sus hablantes. También, se les mata folclorizándolas y museizándolas

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos del Estado-nación en contra de las lenguas indígenas, muchas de éstas han resistido y seguirán resistiendo en contra de las pretensiones neo-criollistas, como las del gran intelectual Jaime Labastida, que exigen que la lengua española sea reconocida constitucionalmente como el idioma oficial de México.

*Posdoctorado de la Universidad Autónoma de Morelos