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Don Magdaleno Pérez Domínguez, es un campesino de Cuentepec, de cuerpo correoso, rostro enjuto e inteligente, tiene 80 años y sigue yendo a cultivar su milpa en una loma cercana a Cuentepec. Su padre era como él, campesino y cuentero, un ser con prodigiosa memoria que deleitaba a infantes y adultos con historias y cuentos que venían a su vez de sus mayores.

Tengo en mis manos el libro con tres narraciones de Don Magdaleno, que su hijo ha compilado y maestros de lengua náhuatl han revisado, puesto a concurso con PACMYC y afortunadamente seleccionado para su publicación en forma impresa.

Este hermoso libro nos acerca al inmenso y maravilloso campo de la memoria oral, al que apenas nos asomamos cuando preguntamos a nuestros mayores sobre la vida en su niñez y juventud, sobre sus abuelas y abuelos, y obtenemos así sea a retazos, narraciones que nos engrandecen, tanto por lo desconocido, como por las ideas y concepciones del mundo que implican.

Tanto en Morelos, como en gran parte del país, contamos con gran riqueza en patrimonio cultural, en forma de tradiciones orales, patrimonio intangible al que podemos acceder al plantearnos como compromiso de vida, preguntar a nuestros mayores, escucharles, y registrar para las nuevas generaciones, cuentos, leyendas, mitos, ceremonias, cantos, ritos, costumbres en general, que han caracterizado diversas etapas de vida de nuestros predecesores.

Eso ha hecho el maestro Benito Pérez Suárez, con su padre, Don Magdaleno Pérez Domínguez, campesino originario de Cuentepec, municipio de Temixco, en el estado de Morelos. Dio un gran paso, más allá de gozar con sus narraciones, un paso que nos permite a otros, en el país y en el mundo, recrearnos, disfrutar, de las narraciones de las cuales su padre ha sido portador y difusor durante toda su vida. Las tres incluidas aquí, son apenas una probadita del legado del que es feliz guardián y promotor.

Yo les debo recomendar buscarlo en Cuentepec, acompañarlo a su milpa para verlo sonreír ante el crecimiento de sus cultivos y hacerse parte del paisaje, como platicar sobre sus afanes, sus preocupaciones y ocupaciones, y por ahí, bajo la sombra de algún árbol, escuchar sus bellísimas narraciones. Será sin duda un gran lujo que aún pueden darse.

Ante ustedes están las versiones en náhuatl y español de tres cuentos que ha elegido para nosotros, ilustrados bellamente por Mariana Avilés. Le escuché la versión en castellano, directamente, y no puedo asegurarles que sea idéntica a la versión náhuatl, desde el momento en que el castellano es para él una segunda lengua y puede haber mayor riqueza expresiva en su lengua materna. Con todo, el texto da cuenta del habla local y del ingenio expresivo de Don Magdaleno. Pese a esa duda de mi parte, ustedes disfrutarán de estas tres narraciones y sabrán de la chispa y perspicacia, de la creatividad de quienes, en el transcurso de los años, las fueron construyendo, las aderezaron, les dieron el sabor que ahora llega a nuestra vista y oídos con Don Magdaleno.

Saludemos este esfuerzo editorial y de salvaguarda del patrimonio cultural de los cuentepequenses y de Morelos. ¡Volvamos a maravillarnos de sus contenidos!