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No podía ser de otra forma: 2023 se perfila para ser el peor año en cuanto a crímenes de sangre que hayamos vivido desde que se llevan registros oficiales.

Si bien es cierto que la criminalidad y la inseguridad campean en todo el país, en nuestro estado se resiente más por lo mucho que necesitamos al turismo y las inversiones para mantener viva la economía.

Estadísticamente, en donde se considera su población permanente en relación con la cantidad de sucesos reportados, Morelos ocupa los primeros lugares de varios crímenes de alto impacto, no solo de sangre, pues en nuestro estado también repunta el secuestro y el robo, además de los homicidios y feminicidios. Esta situación nos mantiene en zozobra a los vecinos y lejos a los visitantes y posibles inversionistas.

Y decíamos que no podía ser de otra forma porque, a pesar de todas las señales, la criminalidad se ha dejado crecer en Morelos. También estadísticamente, la mayor parte de los crímenes en los que descuella el estado comenzaron a repuntar desde 2018, con el inicio de la presente administración.

Desde luego, no estamos afirmando que la administración estatal actual haya traído consigo a los asaltantes, asesinos o secuestradores, pero definitivamente ha hecho muy poco por contenerlos y, ya desde hace un par de años, la inseguridad morelense no ha dejado de llamar la atención y figurar en los medios.

2022 cerró con datos muy preocupantes y Morelos ya estaba en los primeros tres lugares de homicidio doloso, despojo, violación, feminicidio, robo a bancos y autopartes, superando con mucho a otras entidades más pobladas y tradicionalmente más conflictivas.

Ahora, el último reporte del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) revela que el 2023 muestra la tendencia de convertirse en el año más sangriento del gobierno de Blanco Bravo, al registrase, hasta el mes de abril, 502 casos de homicidio, crimen que en esta administración ha crecido en un 52 por ciento.

El INEGI señala que Morelos ya supera el doble de la media nacional de homicidios, al presentar 57 casos por cada 100 mil habitantes, cuando el promedio de todo México es de 25.

Y esa misma dirección lleva el feminicidio, que mantiene no solo en alerta, sino en la indignación permanente a muchas organizaciones sociales. El colectivo Divulvadoras, que es una de estas agrupaciones, calcula que ya llevamos 43 en lo que va del año. Cabe recordar que el año pasado cerramos con poco más de 100.

¿Pero qué estamos haciendo? El Fiscal General acusa a la Comisión Estatal de Seguridad de ser la responsable de que ya casi no se detenga a nadie en flagrancia y a aquel le reprochan escasos avances en las investigaciones y, cuando por fin se logra la detención de algún presunto responsable, parece ser que siempre se encuentra la manera de dejarlo en libertad y tirar el caso.

Así como el crimen se apoderó de Morelos en pocos años, deberíamos hacernos el propósito de, por lo menos, someterlo en un plazo razonable, pero para eso hace falta que los responsables se pongan a trabajar realmente y con compromiso; que dejen de pelear entre ellos y que eviten crear más problemas en el proceso, como lo consiguió hacer el Comisionado de Seguridad quien, en lugar de reforzar la seguridad de Huitzilac, con sus brillantes recomendaciones a los visitantes solo consiguió que las ventas en Tres Marías cayeran a la mitad. Así, difícilmente podríamos tener otros resultados.

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