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Francisco Moreno

En mi entrega anterior señalé que idealmente las campañas electorales deben ser acciones de propaganda política en las que los candidatos exponen ideas claras y soluciones viables a los grandes dilemas nacionales o estatales. Y si bien es cierto que dichas acciones difícilmente abarcan todos los asuntos que afectan a la sociedad, cuando menos deben abordar aquellos relativos a los temas más urgentes y esenciales. En la antesala del arranque de éstas, me pregunto si la solución a los problemas y demandas que el sector cultural tiene forman parte de sus agendas. Tengo mis dudas.

Pues bien, con la esperanza de que los próximos candidatos elegidos ya sea por coaliciones partidistas, o de partidos únicos integren soluciones y propuestas convincentes y realistas que den salida a los temas pendientes y aquellos necesarios en el ámbito cultural, me ilusiona creer que aquel o aquella ganadora tendrá en mente al artífice que pueda ejecutar dichas iniciativas, esto es, que adelantándonos un poco, el ganador o ganadora para gobernar el estado de Morelos conforme un gabinete o equipo de colaboradores robusto, sólido, y sobre todo capaz y competente.

Quienes han ocupado la titularidad de la Secretaría de Cultura y Turismo (SCyT) durante la presenta administración tienen una característica en común, sus antecedentes cuentan con una mayor experiencia en el ámbito turístico que en el cultural. La primera secretaria que nombró el gobernador Cuauhtémoc Blanco, Margarita González Saravia, apenas duró dos años en el cargo, y poco pudo lograr durante ese tiempo; pero la segunda y actual ha tenido como sello distintivo los tropiezos y desaciertos, las alternancias y los despidos, entre otros desaguisados y prácticas en lo que idealmente podríamos llamar una estrategia cultural para el Estado de Morelos.

Todos, o casi todos estamos de acuerdo en que durante las campañas que realizan los candidatos estos hacen un sinfín de compromisos, acuerdos y promesas, y para cuando ocupan el tan anhelado poder político tienen en sus bolsillos una larga lista de facturas por atender. Los equipos que los o las apoyan y acompañan lo hacen la mayor de las veces con la esperanza de obtener un puesto que les garantice un trabajo bien remunerado y seguro, son pocos los que colaboran con la convicción de que se logren soluciones a los problemas de la sociedad por encima de sus intereses personales.

Frente a ello me pregunto cuál sería el perfil ideal para quien esté al frente de la SCyT en el próximo periodo 2024-2030. Sin duda hay dos pilares fundamentales que deberán tener: uno es contar con amplia experiencia en la administración pública, y otro por supuesto tener una importante trayectoria en el sector cultural. La tarea no parece fácil pero no imposible. Son muchos los ejemplos que podríamos citar en los cuales se nombran a personajes que si bien poseen experiencia como funcionarios públicos pero pocos o nulos conocimientos en el sector cultural; por otra parte, existen ejemplos en los cuales se nombran a artistas o gestores que si bien tienen una fuerte formación en el ámbito cultural, éstos padecen de una falta de experiencia en el terreno de la burocracia y sus laberintos. En ambos casos emergen carencias, errores de operación, asignaciones y decisiones erráticas, falta de visión y otros puntos que son resultado de un desequilibrio.

La ejecución de planes y programas en el ámbito cultural demanda a una mujer, o a un hombre que cuente con probada experiencia no sólo académica o laboral, sino que satisfaga los dos requisitos antes citados. Saber cómo opera la administración pública es fundamental, de ello depende la asignación y defensa de presupuestos, las negociaciones sindicales y público/privadas, el nombramiento y coordinación de eficientes equipos de trabajo, pero sobre todo, la ejecución de programas en un ámbito burocrático viciado y anquilosado. Por otra parte, quién ejerza estas tareas debe contar con el expertis suficiente y conocimientos sobre las necesidades y prioridades que demanda la comunidad cultural, y al mismo tiempo saber implementar innovaciones y/o iniciativas. Debe diseccionar entre el amplio escenario de la cultura aquellos asuntos importantes sobre los urgentes, considerar todos los ámbitos culturales y artísticos por igual, llámese patrimonio arqueológico, casas de cultura, descentralización, teatros y salones de clase, museos y talleres, usos y costumbres comunitarias, celebraciones y espacios públicos. La lista es larga en los dos casos.

Quizá me estoy apresurando, pero también creo que es urgente que quién sea el próximo gobernador o gobernadora de Morelos tenga este tema en su agenda de prioridades. En lo particular conozco a hombres y mujeres morelenses que reúnen el perfil adecuado e idóneo, pero como aún no es momento dejaremos sus nombres para una futura publicación.

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