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A Página Policial

Jorge “El Biólogo” Hernández*

Para Márcio, por supuesto

Así se le llama en Brasil a la Nota Roja de los periódicos. Me habría gustado que este texto hubiera aparecido en la Folha de São Paulo, el periódico más influyente de ese estado de la República Federativa do Brasil.

Esta es la historia relatada por uno de los protagonistas. Me tomaré la libertad de usar algunas de las palabras en portugués, el idioma en que me fue contada, para darle un sabor tropical a esta aventura.

Por volta das 12.30 do sábado 03 de Junhio, es decir cerca del mediodía, le fue robado a Laura Koestinger su celular, por un ladrón en bicicleta -no es errata, no me refiero a la gran película italiana- en la acera de la Pinacoteca de São Paulo, mientras ella intentaba grabar un video para sus amigos de ese bellísimo edificio que queda en el barrio de la Estación de Luz. La pandilla de las bicicletas está formada por jóvenes que se la pasan transitando en la región del centro de la ciudad en busca de personas distraídas en el uso de su teléfono, para furtá-los (robarlos, arrebatárselos) de manera repentina.

Después del robo, Laura se dirigió de inmediato a su hotel y pudo comunicarse con sus contactos por WhatsApp a través de la conexión que tenía disponible todavía en su laptop. Por fortuna esos mensajes les llegaron a dos de sus compañeros de oficina, que son expertos en tecnología, de tal manera que Raymundo Escobar desde México y Márcio Mendes -quien se convirtió en la figura central de esta nota- desde Brasil, actuaron con velocidad y presteza y no sólo pudieron cancelar las cuentas del teléfono, sino algo muy importante y que le da contenido a esta crónica, lograron conocer la ubicación del aparato robado.

El intrépido Márcio, quien conoce a fondo los rincones de su ciudad, decidió ir al lugar que marcaba la localización del celular de Laura, con la esperanza de recuperarlo.

Ao chegar no local identificou-se que o local era uma conhecida comunidade, uma favela chamada Mohinho. Recibe este nombre porque en el pasado, en la década de los cincuenta, ahí funcionaba un importante molino de harina.

El acceso al lugar parecía un sitio camuflageado por la celebración de la Fiesta de Junio que aquel día se llevaba a cabo, pues aparecían puestos de jugos y comida típica por toda la calle que daba acceso a la comunidad.

Márcio se acercó y pudo hablar con tres jóvenes que se identificaron como habitantes de la favela. “Ao detalhar o ocurrido, os rapazes se pontificaram a ajudar e me orientaram a falar que eu era amigo do Jô e de Feijão e que morava na rua do lado”.

Uno de los jóvenes acompañó a Márcio hasta la entrada de la comunidad, donde había un primer punto de identificación; una vez que Márcio explicó lo ocurrido ahora a otro rapaz conocido como Felipe; éste entonces se comunicó por radio con alguien de adentro de la favela, quien indicó pedir a Márcio que mostrase en su propio celular la ubicación del aparato robado para comprobar que estaba realmente en esa comunidad.

Al mostrarle a Felipe que el celular efectivamente estaba en ese lugar, entonces fue autorizado a entrar, y rápidamente otro joven, acompañado de tres perros, llevó a nuestro experto en tecnología dentro de la favela. En ese momento Márcio percibió que estaba entrando a un mundo paralelo. Primero pasó debajo de un gran puente por el cual circulaban vehículos que transitaban entre la Zona Norte y el Centro de São Paulo. Después atravesó una línea de tren que conecta la región central con la periferia de la cuidad. Más adelante había que cruzar esa por debajo de esa vía para llegar a una gran calle de tierra y casas muy humildes construidas de madeira y tijolos (ladrillos). Es importante para los lectores de esta Nota Roja saber que ese mundo no se encuentra en la periferia de la cuidad, sino en el corazón de esa metrópoli de Brasil.

En tanto caminaban adentrándose en la comunidad, este joven, como si fuesen grandes amigos, le detallaba a Márcio Mendes cómo funcionaba el robo de los aparatos, al mismo tiempo que le señalaba una gran colección de bicicletas utilizadas por la pandilla.

No demoraron mucho cuando fue presentado con otra persona de nombre Kleber, a quien tuvo que explicar otra vez lo ocurrido e incluso debió mostrar la localización del cel de Laura. A partir de ese momento nuestro intrépido amigo fue adentrándose más en ese lugar de la “dimensión desconocida”; caminaron un poco más de 300 metros hasta llegar a un local que daba de frente a dos antiguos molinos, que eran grandes silos de concreto.

En ese lugar Márcio se reunió además de Kleber, con Joãozinho y Preto, quienes nuevamente le pidieron la misma explicación de lo ocurrido y les mostró la localización del aparato sustraído. En aquel momento el iPhone de Márcio indicaba que el móvil de Laura había sido apagado hacía 37 minutos.

Fue cuando Preto, que parecía el jefe de todos, explicó algo que hasta la fecha sorprende al intrépido compañero de Laura. Transcribo en portugués lo que Márcio me comentó de ese diálogo: ”Preto explicou, como um gerente de uma empresa, que o aparelho já não está mais disponível porque todo o lote do aparelhos roubados naquela manhã havia 30 minutos que tinha sido enviado para venta”.

Después de su explicación apareció otra cosa de locura. Preto, ese capo de los celulares, se disculpó con Márcio, con toda seriedad y varias veces y casi encarecidamente por lo ocurrido, y le dijo: si usted hubiera llegado antes, le devolvería con gusto su teléfono, y después, para mayor sorpresa de Márcio, hizo una crítica a los procesos de su negocio y casi le pidió su opinión para mejorarlos. Por último, le hizo una aclaración sobre sus actividades, le comentó que se molestó un día con uno de sus subordinados por haber sustraído un teléfono a una vecina del barrio, asunto no permitido por la organización.

Al despedirse con un apretón de manos, una vez más se disculpó con Márcio de lo ocurrido. El intrépido voltou sozinho caminando 800 metros dentro de esa otra dimensión hasta la salida.

Ya en la calle donde seguía la celebración de la Fiesta de Junio se encontró con Jô, aquel joven quien fue su primer contacto en esta aventura, a quien le agradeció y le dio 50 reales, es decir más o menos 180 pesos mexicanos como gratificación por su apoyo.

Súper Márcio, como es conocido ahora por su hazaña por todo el equipo de National Geographic Learning, que es la empresa que comanda Laura Köstinger, salió esa tarde de junio de la favela tranquilamente caminado hacia su auto que quedaba a dos cuadras. El temerario protagonista de esta Página Policial es, ni más ni menos, que el Information Technology Manager de la editorial CENGAGE para toda América Latina y un orgulloso aficionado del Palmeiras, información que nunca pudieron imaginar Preto, ni Kleber, ni Feijão, Joãozinho, y menos aún el joven que recibió como propina 50 reales de este experto en planeación, tecnología e informática, llamado Márcio Mendes.

Foto en blanco y negro de un tren en las vias de tren

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Imagen cortesía del autor

*Bailarín tropical, apasionado de viajes, bares y cantinas que desea que estas Vagancias semanales sean una bocanada de oxígeno, un remanso divertido de la cotidianidad.