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Vincenzo Rosenber

Sobre los vampiros de este lado del charco, el libro Vampiros en Centroamérica, de Fulgencio Sandoval, hace un paralelismo de autogobierno, dictaduras, revolución, usos y costumbres y vampirismo.

En el corazón de una región conocida por su exuberante vegetación y sus antiguos misterios. En medio de una tierra de encanto, casi tan aislada como Transilvania, pero imbuida en el color verde, había un pequeño pueblo llamado Vallecito. A simple vista, Vallecito parecía un lugar tranquilo y apacible, pero escondía un secreto que solo unos pocos conocían.

Durante siglos, una comunidad de vampiros había habitado en las sombras de Vallecito. Y no eran precisamente los mosquitos. Pero los vampiros eran diferentes a los que se conocían en las historias de terror convencionales. Estos, aunque necesitaban alimentarse de sangre humana para sobrevivir, y de alguna que otra vaca, se habían establecido reglas y acuerdos con los aldeanos para mantener un equilibrio precario. Había un vampiro llamado Rafael se había convertido en el líder de esta comunidad, y mantenía bajo perfil. A lo largo de los años, había aprendido a controlar su sed de sangre y a vivir en armonía con los humanos. Rafael sabía que su existencia dependía de mantener el secreto a salvo y de respetar las vidas de aquellos que lo rodeaban. Sin embargo, no todos los vampiros compartían la misma visión de Rafael.

Algunos anhelaban más poder y estaban dispuestos a romper las reglas establecidas. Uno de ellos, llamado Adrián, era un vampiro joven y ambicioso que no podía resistirse a la tentación de cazar humanos indiscriminadamente. A medida que los ataques de Adrián se volvían más frecuentes y violentos, el equilibrio entre los vampiros y los humanos se tambaleaba peligrosamente. Simultáneamente, en la capital del país, una revolución se gestaba, el pueblo se levantaba frente a una dictadura cada vez más feroz. Las desapariciones de los aldeanos se confundían ante estos acontecimientos: se decía que habían ido a combatir la dictadura, o a apoyarla. Pero nada estaba claro, y los aldeanos comenzaron a sospechar de la existencia de criaturas sobrenaturales, entonces, lejos de la dictadura, el temor se apoderó de Vallecito.

Rafael, consciente del peligro que representaba Adrián y de la amenaza que eso suponía para su comunidad, decidió tomar medidas drásticas. Convocó una reunión de vampiros en una antigua mansión abandonada en el bosque cercano y expuso su plan para detener a Adrián y restablecer la paz. La comunidad de vampiros se unió en su objetivo común: proteger Vallecito y preservar su existencia en armonía con los humanos. Organizaron patrullas nocturnas para mantener a Adrián bajo control y evitar que causara más estragos. Rafael también estableció un sistema de comunicación con los aldeanos más confiables, explicando la situación y solicitando su cooperación para mantener la calma en el pueblo.

A medida que pasaba el tiempo, los vampiros y los humanos comenzaron a trabajar juntos, superando sus miedos y prejuicios. Los aldeanos comprendieron que no todos los vampiros eran monstruos sin corazón y los vampiros aprendieron a respetar aún más las vidas humanas que los rodeaban.

Es un libro raro que llegó a mis manos, autopublicado, y no sabemos dónde ni quién es Fulgencio.

Emiliano Becerril invita a Vincenzo Rosenber a hablar de su más reciente descubrimiento vampiresco

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