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Juan Antonio Siller Camacho y

Marie Regina Siller Boucher

Retomamos la travesía volando por nuestra predilecta carretera Panamericana, y cruzamos con éxito y presteza por la frontera La Hachadura despidiendo El Salvador. Continuamos sin parar hacia el suroeste, y tras 270 km recorridos en un día, al caer la noche finalmente pusimos ancla en la bella ciudad de Antigua, Guatemala. El rally fue celebrado con nuestra llegada al camping “Vagamundo”, un enorme jardín temático para viajeros en casas rodantes: lo mejor es que cuentan con vehículos y helicópteros acondicionados en habitaciones para que descanses en medio de la naturaleza. La fiesta de bienvenida la hicimos en el restaurante del camping, la música y los bailes no faltaron, con la euforia de haber llegado a tierra prometida. 

Al día siguiente amanecimos rodeados por tres volcanes activos, el Acatenango, el Volcán de Agua y el Volcán de Fuego, simulando gigantescos guardianes que cuidan el valle de La Antigua. Para nuestra sorpresa, nos dimos cuenta de que ya no éramos los únicos en el lugar, pues había llegado toda una comitiva de coloridas combis en caravana que hacían ruta hasta Costa Rica y cuyos pilotos eran nada menos que compatriotas mexicanos, con toda la buena actitud. Entre risas, banderas, mezcales y música alegre, no cabe duda que a donde sea que va, el mexicano se hace notar. 

La historia de la capital de Guatemala se remonta desde el asentamiento arqueológico de Iximché, ciudad del pueblo cachiquel, en el monte Ratzamut y que se conoce actualmente como Tecpán, en Chimaltenango, Guatemala. Iximché fue la primera capital, fundada sobre un primer asentamiento indígena el 15 de julio de 1524, por el conquistador Pedro de Alvarado, dándole el nombre de Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala. Poco después, a raíz de una rebelión indígena, esta ciudad fue trasladada al segundo asentamiento en 1527, ubicada sobre las faldas del Volcán de Agua, en el Valle de Almolonga, Sacatepéquez, conocida ahora como Ciudad Vieja, ya que a raíz de un deslave de arena y agua del volcán, la ciudad quedó sepultada. Las autoridades trasladaron entonces la capital al Valle de Panchoy, en la que se encuentra hoy en día la ciudad de Antigua, fundada en 1542. Fue capital hasta que el devastador terremoto de Santa Marta en el año de 1773, causó una gran destrucción de toda la ciudad y terminó con el régimen de más de 200 años de Antigua como la capital colonial de Guatemala. Tras este suceso, la capital tuvo que ser desplazada nuevamente y cambió a su último asentamiento, lo que hoy es la actual Ciudad de Guatemala. 

La ciudad colonial de Antigua volvió paulatinamente a reconstruirse y a poblarse sobre sus ruinas de templos, conventos y edificaciones religiosas que quedaron como vestigios arqueológicos históricos. Fue declarada patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO, en el año de 1979, cabe mencionar que la ciudad de Antigua, recibió recientemente un segundo reconocimiento como patrimonio inmaterial por la UNESCO en 2022, por sus importantes celebraciones religiosas de Cuaresma y Semana Santa. 

Antes de despedirnos de Guatemala realizamos una visita en compañía del personal de conservación del Instituto de Antropología de Guatemala para observar los trabajos de restauración realizados en los templos de Nuestra señora del Carmen y San Agustín, los cuales fueron recientemente consolidados tras la actividad sísmica de finales del siglo pasado. Asimismo, emprendimos ruta hacia Huehuetenango que limita al norte y oeste con México, donde hicimos parada obligada en el sitio arqueológico Zaculeu, cuyo nombre significa “Tierra Blanca”. Este sitio se origina en el periodo clásico temprano hasta el posclásico tardío, contando con una ocupación continúa por más de 800 años. Aquí se desarrollaron algunos hechos históricos importantes como las guerras entre los K’iches y K’aqchikeles por el dominio de la población Mam y en 1526 pasó a manos de los españoles con las tropas de Gonzalo de Alvarado primo del conquistador de Guatemala, Pedro de Alvarado. Esa noche dormimos en el campamento “Ahuehuetl”, un recinto vacacional con una imponente vista a los Cuchumatanes, la sierra no volcánica de mayor elevación de toda Centroamérica. 

La furgoneta pasó del mar a la montaña en un par de días y ahora rodeada por las nubes de la sierra se prepara para la llegada a su próximo destino: México…

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