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El domingo pasado el Consejo Nacional de Morena definió las reglas con las cuales se nombrará a su candidato o candidata para la Presidencia de la República.

Si bien la efervescencia electoral comenzó hace ya varios meses, ante el cada vez más próximo inicio del proceso electoral al partido mayoritario le urgía definirse, pues decidió que su abanderado para suceder al Presidente de la República también debería ser definido por la ciudadanía, mediante una encuesta, y no como siempre había sucedido cuando otras fuerzas políticas tenían la mayoría, mediante acuerdos cupulares que en ocasiones generaban escisiones internas.

Lo que Morena busca, y por lo que muchos destacados militantes apuestan, es conservar la fuerza que logró tras el avasallador triunfo del presidente López Obrador en 2018; por eso buscan mantener la unidad que se ha visto lastimada por la anticipación con que los más destacados suspirantes comenzaron a mover sus piezas, tanto al interior de su partido como en las áreas de sus respectivas esferas de interés, pues los cuatro precandidatos que finalmente se definieron -Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán López y Ricardo Monreal- ocupaban cargos en la administración federal o de elección popular.

Los precandidatos serán seis, pues se reservaron dos espacios para los partidos que irán en coalición con Morena; así, Gerardo Fernández Noroña y Manuel Velasco se apuntaron por parte del PT y del PVEM, respectivamente. Ambos también ocupan puestos de elección popular aunque el último pidió licencia desde el pasado 7 de junio.

Todos deberán registrarse oficialmente a más tardar el próximo viernes, aunque antes deberán renunciar o solicitar licencias y así, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ya anunció que la suya entrará en vigor justo el próximo viernes, mientras que el Canciller presentó su renuncia ante el Presidente de la República el día de ayer, como lo había anunciado una semana antes.

El procedimiento ya se sabía: el candidato de la coalición será definido por encuesta o, mejor dicho, encuestas, pues serán varias; cada aspirante deberá proponer dos casas encuestadoras y, aleatoriamente, se elegirán cuatro, que se sumarán a una gran encuesta que organizará la Comisión de Elecciones de Morena. Todas estas encuestas se realizarán entre el 28 de agosto y el 3 de septiembre, día que deberán presentarse los resultados para que el candidato o candidata definitivo se dé a conocer el 6 de ese mismo mes.

Los precandidatos podrán realizar actos de promoción para allegarse simpatizantes pero bajo diversos criterios: se deberán evitar los acarreos, las descalificaciones mutuas, los debates y rehuir financiamientos privados o de funcionaros públicos, entre otras salvedades.

Hay una cuestión importante que tiene que ver con la unidad que se busca mantener en Morena y en la coalición que encabeza: todos los precandidatos están obligados a formalizar por escrito su aceptación de los resultados de las encuestas -cuyo dictamen será inapelable- y apoyar a quien resulte ganador.

Desde luego, estamos hablando de “La Grande”, de la elección presidencial. Pero en los comicios del 24 también se elegirán 128 senadores, 500 diputados federales, 30 congresos estatales y nueve gubernaturas, además de que en la mayoría de los municipios del país se nombrarán también a los presidentes municipales y a los miembros de los ayuntamientos. Y este proceso puede ser muy complicado para replicar en cada caso el esquema anterior.

Y eso no es todo: la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LEGIPE) establece que los partidos políticos están obligados a promover la participación política de las mujeres y garantizar su acceso a cargos de elección popular. Además, establece la obligatoriedad de que al menos el 50 por ciento de las candidaturas sean ocupadas por mujeres.

Asimismo, el Instituto Nacional Electoral (INE) emitió lineamientos específicos para que los partidos políticos cumplan con la paridad de género en la postulación de candidaturas. Estos lineamientos establecen criterios y mecanismos para garantizar la participación equilibrada de hombres y mujeres en las listas de candidatos.

Aunque solo estamos hablando de una de las fuerzas políticas que participarán en las elecciones, la importancia de Morena no puede soslayarse en la actualidad de México, y aún quedan muchas aristas que limar en sus procesos internos para definir el resto de las candidaturas que competirán por la multitud de puestos que tendrán nuevos titulares el próximo año.

Así es que, si en realidad se preocupan por la unidad de su partido, no deberían perder de vista que en el 2024 Morena también deberá establecer los procedimientos para definir a cientos de otras candidaturas y, por lo menos en Morelos, el tiempo también avanza.

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