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Después de meses de campañas, escándalos, guerra sucia y violencia política de todo grado, este domingo tocó a la ciudadanía que, desde muy temprano volvió a caminar sus calles, a ocupar sus plazas y a hacer que su voluntad se escuchara en paz.

Aún entre los malos augurios, que provocaron probablemente el atraso en la instalación de más de 700 casillas cuyos funcionarios decidieron no presentarse, los ciudadanos salieron a las calles en familia o con amigos, llegaron a las urnas y votaron en un ambiente de alegría, cordialidad y comunidad que diluía poco a poco los malos augurios.

El atraso en la instalación de las casillas se fue corrigiendo durante el día, casi a las cinco de la tarde se reportaría más del 99 por ciento de las dos mil 577 casillas ya funcionando; ni ese fenómeno, que nunca había ocurrido en las elecciones locales a cargo de órganos ciudadanos logró minar el buen ánimo de los electores.

Encerrados en las casillas desde temprano para ayudar a la operación de la elección, los ciudadanos funcionarios de casilla lucían francamente animados, aún con el cansancio de ya entrada la tarde, el buen humor seguía. Algunos estaban preocupados, cierto, por lo que ocurría en otras casillas, pero al enterarse de que todo transcurría en tranquilidad la sonrisa volvía sus rostros y seguían su trabajo.

Los incidentes fueron relativamente menores, la Fiscalía General del estado reportó casi al cierre de la jornada que había iniciado ocho carpetas de investigación por denuncias de presuntos delitos electorales, lo que con un número de probables electores de más de un millón 500 mil, representa una incidencia muy menor; incluso comparada con la cantidad de denuncias que se han recibido desde septiembre de 2023, cuando se inició el proceso electoral local, 62.

Entre la alta participación y la tardanza en la instalación de algunas casillas muy pocas cerraron exactamente a las seis de la tarde, pero era lo de menos, el ánimo seguía.

Muchos de quienes votaron decidieron seguir la fiesta, restaurantes, parques y plazas siguieron llenos con gente con el pulgar entintado que comentaba en voz más o menos alta su experiencia en la casilla.

“Ya me andaba equivocando de urna”, decía alguien entre carcajadas antes de entrarle al taco. “No sabía que votar fuera tan divertido”, aseguraba un joven que comía helado en otra parte. Las sonrisas permanecían igual que la esperanza.

Ni los precipitados anuncios de triunfo acostumbrados por muchos candidatos, algunos incluso antes del cierre de casillas, mellaron en el ánimo porque lo que ocurrió el 2 de junio fue mucho más importante. No fue día de políticos, de partidos, de poderes, fue un día de la ciudadanía que recuperó lo que por derecho es suyo, sus calles, sus plazas, sus espacios en común y también su gobierno.