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Debemos aprender a ser mestizos

Enrique Balp y Germán Muñoz

En una nación como México, que supuestamente aprecia su herencia cultural y el asombroso legado cultural de grandes y múltiples culturas, persiste la segregación de comunidades enteras por diversas razones.

La discriminación por el poder adquisitivo, por las preferencias sexuales, por la religión que se profesa, por el equipo de futbol del que somos partidarios, por ideas políticas, se suman a los usuales encasillamientos por el color de piel o la lengua materna.

Pareciera que, desde tiempos históricos, México es una nación propensa a la polarización, en la que solemos identificar a nuestros vecinos mediante estereotipos que solo nos sirven para identificar a otras personas igual de prejuiciosas que nosotros.

Mexicano vs. mexicano

“Los peores enemigos de los mexicanos, somos nosotros mismos”, dice Manuel Gómez Vázquez, morelense nacido en Zacatepec, gobernador indígena de los pueblos de Morelos, en una charla que sostuvo con el director de La Jornada Morelos, Enrique Balp, en la hospitalidad de Lya Gutiérrez Quintanilla.

Siendo el “más despintadito” de su familia por el color de su piel -así le decía su abuela, la muy conocida Catalina La Tlacoyera, afamado personaje de Tlalquiltenango- a Manuel Gómez Vázquez le tocó vivir su infancia y juventud a caballo entre dos realidades sociales, dos formas de vivir la vida y dos formas de ubicarse en el mundo. Además, tuvo la fortuna de contar con padres -profesores ambos- que alcanzaron cierta solvencia económica y le permitieron acudir a la universidad, en donde se licenció en Derecho, que ha ejercido la mayor parte del tiempo en beneficio de las comunidades indígenas y sus integrantes. Actualmente es doctorante y se ha impuesto el reto de afinar su náhuatl pues, en casa, preferían no utilizarlo.

“Hubo un momento en el que el enseñar la lengua también era considerado ofensivo, era discriminativo, vergonzoso. La gente ya no quería aprender la lengua náhuatl y los padres ya no querían enseñar la lengua náhuatl porque sentían que nos iban a discriminar o los iban a ser menos en una sociedad cada vez más discriminativa, Hoy en día qué bueno que se me da esta oportunidad de volver al regreso de los orígenes y que hoy en día sea un orgullo aprender en náhuatl”.

Lo paradójico del asunto es que, siendo descendiente de indígenas, ahora esté reaprendiendo el náhuatl guiado por una profesora con ascendencia rusa. “¡Imagínate nada más: mi maestra de náhuatl es de origen ruso, es algo muy contradictorio, una rusa enseñándome el náhuatl a mí, que soy mexicano y descendiente de raza pura indígena”.

No todo es folclor en la cultura indígena

Lo mismo sucede con los mexicanos que se van a vivir a Estados Unidos, que prefieren que sus hijos hablen solamente inglés para no sufrir discriminaciones a pesar de su aspecto, o como recuerda Manuel Gómez, que un niño maya, con la estampa “típica” de un maya, haya sido registrado por sus padres con el nombre de Bryan.

Además del idioma, Manuel Gómez se ha propuesto reconquistar para sí, y en honor a su herencia, la cultura indígena que poco tiene que ver con el folclor, las artesanías o las pirámides.

Es una forma de ver la vida que Manuel reconoce en su familia desde su bisabuela, una fortaleza que los indígenas encuentran en su comunión con la naturaleza y que se ha fortalecido tras años de maltratos y discriminaciones.

“Lo que se ha perdido es el estilo de vida. Se ha perdido la cosmovisión, el respeto por la familia, respeto por nuestros valores, el respeto hacia nuestros ancianos, la identidad de sentirte en comunidad y sentirte orgulloso. Nosotros teníamos un amor por nuestra naturaleza. Cuando cazábamos un venado le pedíamos permiso a la naturaleza y le hacíamos un ritual y le decíamos: venado, hermano venado, discúlpame, vas a morir, pero ahora vas a ser parte de mí, con tu muerte vas a alimentar mi familia”.

“No matábamos nada más por matar, por una cacería absurda para colgar una cabeza en una chimenea. Lo hacíamos por necesidad y todo lo que tomábamos lo resarcíamos. Si cortábamos algo lo volvíamos a depositar, hasta una piedra que tomáramos. Le pedíamos permiso a la madre Tierra, por eso vivíamos en una situación armónica. Nosotros no sentíamos que éramos dueños de todo, sino que éramos parte del todo. Nosotros sentíamos que pertenecíamos a la naturaleza, la naturaleza era nuestra madre, nuestra madre Tierra, y por eso la respetábamos”.

Esa es la noción de comunidad -con los congéneres y con la tierra- que Manuel Gómez propone que se rescate en México, no solo lenguas o espacios, sino una forma de vivir y ser genuinamente corresponsables, y ese es un problema mucho más complicado de lo que se escucha teniendo tan acendrada en la cultura nacional aquella idea fija de separarnos entre nosotros mismos.

No debería haber mexicanos de segunda

“Se necesita que los propios mexicanos cambiemos la forma de vernos, que no existan mexicanos de primera y de segunda. Nosotros queremos que haya un mundo armónico porque indígenas somos todos ¡orgullosamente indígenas! y aspiramos a un respeto, el reconocimiento para que no nos vean como mexicanos de segunda, queremos las mismas oportunidades de crecimiento y el respeto a nuestros usos y costumbres y formas de vida. Queremos enseñarles mucho de lo que tenemos, lamentablemente toda la riqueza que tenemos no se las enseñamos porque las personas no quieren escuchar la grandeza de la creación”.

Porque Manuel Gómez Vázquez nos recomienda que nos asumamos todos como indígenas pues en la mayor parte de la población nacional corre más sangre indígena que europea. Debemos asumirnos verdaderamente como los coyomes -mestizos- que somos.

“Somos mestizos y no se trata de hacer esa discrepancia o esa lucha entre esos dos mundos. Tenemos que ser orgullosos de lo que somos. Somos europeos, somos indígenas, tenemos que propiciar y rescatar nuestro acervo cultural y nuestras tradiciones con mucho orgullo. Para lograr la integridad y la grandeza de un México mejor”.

Mixcóatl Mikistónal

Manuel Gómez Vázquez en realidad se llama Mixcóatl Mikistónal, que significa Serpiente de Nubes, Energía Transformadora, de acuerdo al Tonalama, libro ancestral que revela el nombre para el que se nació de acuerdo a la cosmogonía náhuatl en el que convergen las fuerzas de los astros y la predisposición de cada uno de nosotros para cumplir con un papel determinado en la comunidad. Un nombre muy diferente al que se impone a los niños por capricho de los padres.

Mixcóatl Mikistónal desde siempre ha abrazado la cultura indígena, se identifica con ella y se sabe parte de la comunidad indígena que no se limita a un valle o a un pueblo, sino que se esparce a lo largo de todo el país, así redescubrió las raíces prehispánicas de los 12 pueblos de Cuernavaca, y los organizó para que recuperaran su identidad, labor que le valió ser nombrado en su momento como Tecutli [señor] del Cuauhnahuac por el Consejo Nacional del Gobierno Supremo Indígena -organización de la que fue asesor legal durante dos décadas-, título honorífico cuyo patrimonio único es la fuerza moral.

“Para nosotros los valores más grandes están en tus hechos. De ahí deriva el respeto que te da la comunidad. Puedes ser muy rico o muy pobre, pero si eres una buena persona que contribuye con la comunidad, ésta te lo reconoce”.

“El Bastón de Mando no es para destapar corcholatas

“Es un poder representativo y es un poder de tradición. El poder está en el respeto, en eso estriba tu autoridad. Cuando llegas a tus comunidades y te ven con ese profundo respeto, quizá no tengas el poder de un gobernador civil, no que tengas presupuesto. Pero eres una autoridad moral, eres una autoridad de traición, eres una autoridad de conocimiento y de sabiduría y eres una autoridad y la propia comunidad te da ese respaldo, ese respeto es sagrado. Cuando tú portas un Bastón de Mando, tú asumes un compromiso con la comunidad que te lo entrega y ya no puedes renunciar a él, y cuando trasciendes, el Bastón se va contigo, no lo puedes regalar o heredar”, es por eso que, tradicionalmente, el Bastón de Mando se rompe ceremonialmente y se entierra con quien fue su portador.

El símbolo tradicional del reconocimiento es el famoso Bastón de Mando, que no debe ser considerado cualquier cosa, aunque su uso se haya trillado un poco pues cualquier comunidad indígena es libre de dar cuantos bastones de mando le plazcan por las consideraciones que quieran.

“El Bastón de Mando es consagrado, algunos dicen una semana, otros dicen mínimo 72 horas. Al bastón de mando se le rinde un tributo, se le hace una ofrenda y se consagra. Se purifica, se les carga de energía, de intención para la persona que lo habrá de recibir. Y hay muchos Bastones, el Bastón de Mando, hay bastones de curanderos, hay bastones de encargo… pero un Bastón de Mando no es un llavero ni un destapador de corcholatas”.

En este sentido, piensa que el Presidente de la República hizo mal al regalar su Bastón de Mando a la candidata de Morena a la Presidencia de la República “porque a él se lo entregaron muchísimos pueblos, muchísimas culturas, muchísimas razas. Los bastones los entrega una comunidad mediante un Consejo y es para un fin. A él se lo dieron y le dieron ese reconocimiento. Creo que fue una situación que el propio Presidente debe de reconocer que se equivocó y no nos ha dado una disculpa; lo más atinado hubiera sido ofrecer una disculpa, no a nuestras comunidades -y de ahí que muchas comunidades incluso están arrepentidas de haberle dado el Bastón de Mando porque no lo tomó con la seriedad, la decencia y el respeto que se debe tomar. Tener un Bastón de Mando es una enorme responsabilidad y un gran compromiso. La comunidad te está entregando a ti la esperanza y te está entregando su confianza. Es algo que nunca se te va a quitar a menos que defraudes la confianza y la propia comunidad te lo retire”.

Para empezar, reivindicar a las comunidades indígenas

Mixcóatl Mikistónal aprendió a sembrar de niño y es una labor que disfruta profundamente, aunque nunca lo dejaron acercarse al arado porque cuando iba a la faena era un niño pequeño, y aunque no vivió grades estrecheces personales, si ha sido testigo de la dura vida del campesinado y también ha presenciado a lo largo de su vida que las condiciones no solo no mejoran, sino que tienden a hacerse más difíciles conforme pasa el tiempo.

Casi son sinónimos “indígena” y “campesino”, comparten siglos de estar al margen de la justicia social, ni siquiera después de la Revolución identificada plenamente en Morelos con el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, cuya personalidad histórica ha trascendido a símbolo y parte de la identidad de todos los morelenses.

Mixcóatl Mikistónal piensa que un buen punto para iniciar el cambio de la mentalidad de la nación es reivindicando a las comunidades indígenas, no como un gesto generoso del resto de coyomes, sino como una forma de reconocer a todos los mexicanos como lo que son: mexicanos ni más ni menos, para que juntos nos hagamos cargo de una sola nación y no cada grupo de la parcela del México que se han inventado para sí mismos.

“Lo que esperamos es que se nos haga justicia en nuestras formas y usos y costumbres, en que se nos dé respeto, en que ya no se nos estigmatice, en que haya oportunidades para todos.” Y eso incluye a las comunidades indígenas migrantes.

En las comunidades indígenas también se hace política

Mixcóatl Mikistónal aclara que su postura como autoridad moral no le permite ser partidario de nadie en estos tiempos electorales aunque no puede ser apolítico pues, tanto como líder indígena como profesional del derecho y representante de industrias y comunidades, no se puede mantener al margen de la política local, pero sí de la electoral.

Nosotros entendemos que es una forma de vida es participar en comunidad. Nosotros también hacemos política dentro de nuestras comunidades y lo hemos hecho siempre. No confundir el ser político con ser apartidista. Por supuesto que vivimos en un país de leyes, una Constitución hermosa y que queremos lo mejor para México en base a esas reglas de las relaciones humanas. No nos metemos mucho con los partidos como organización, pero individualmente cualquiera puede estar de uno u otro lado”.

Finalmente, dice Mixcóatl Mikistónal, se debe entender que todos debemos dejar un legado en beneficio del resto de los mortales pues cuando partamos no nos llevaremos ni la ropa que traigamos puesta, “vamos a dejar un trabajo, vamos a dejar ideas, vamos a dejar algo que se perpetúe y que tu nombre viva para siempre”.

“Tenemos la gran oportunidad de servir y no de servirnos. La historia te va a juzgar, los pueblos te van a juzgar. En esta sociedad en la que tenemos con tantos problemas, nuestros gobernantes deben de provocar más la unidad de los hermanos y no el distanciamiento”.

“El gran problema con los mexicanos es que no nos ponemos de acuerdo y no sabemos unirnos. Es triste que nosotros, entre hermanos, nos mordamos y tengamos ese canibalismo y todavía lo acentúen nuestros gobernantes: eso de dividirnos, entre Fifís y Chairos, entre si le vas a un equipo o le vas a otro, en que si eres indígena o no eres indígena, en que si estás alto o estás chaparro… esa es la confrontación entre hermanos que no nos ha permitido avanzar como país. El día en que dejemos atrás todos estos complejos que nos han marcado a lo largo de nuestra historia y nos sumemos como un solo ente y, pese a nuestras diferencias y nuestras formas, nos pongamos de acuerdo para caminar juntos en la grandeza de nuestra nación. Ese día México será otro. Desgraciadamente falta trabajarlo mucho en el corazón de todos nosotros”.