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José Guadalupe Aguilera Ávila cumplió 13 años desaparecido este año. Fue privado de su libertad por presuntos secuestradores en un incidente en el que más de 40 testigos, incluyendo policías estatales, presenciaron cómo fue golpeado y llevado en contra de su voluntad. Durante todo este tiempo, la familia ha recibido información errónea y engañosa por parte de las autoridades, denuncia Ernesto Aguilera Ortega, padre de José Guadalupe, quien desapareció en 2010 en el municipio de Jojutla.

José Guadalupe había regresado recientemente de los Estados Unidos cuando desapareció. Su padre recuerda: «Mi hijo lleva desaparecido un tiempo… lo secuestraron en 2010. Lo buscamos en los lugares donde nos decían que a menudo arrojaban los cuerpos. Mi esposa y yo íbamos a los cerros y gritábamos su nombre».

La familia incluso amplió su búsqueda a los municipios de Iguala y Chilpancingo, en el vecino estado de Guerrero, siguiendo pistas erróneas que les dieron. «Nos decían que nuestro hijo estaba allí, quizás un poco desorientado, pero resultaron ser engaños. Nos dieron falsas esperanzas», relata el padre.

No han parado de buscar; Ernesto Aguilera, recuerda también que extendieron su búsqueda en los cerros, a donde les dijeron que habían tirado a personas, hasta que una vez, en la madrugada, entre las dos o tres de la mañana, “nos salió un militar y nos espantamos, pero nos dijo que no buscáramos nada por ahí”.

Ernesto Aguilera también menciona que, en algunas ocasiones, las autoridades parecían bloquear o dificultar sus esfuerzos de búsqueda. Recuerda un incidente en el que un abogado de la Fiscalía de Morelos les sugirió que detuvieran su búsqueda, que la situación estaba en «standby». El padre comenta: «Yo no entendía qué quería decir esa palabra, así que pregunté a personas, incluyendo a jóvenes que a veces se encuentran en problemas, y me explicaron que significaba que estaba en pausa. Era una nueva ilusión de espera».

José Guadalupe fue secuestrado en una farmacia en el centro de Jojutla, donde estaba comprando vendajes para un amigo hospitalizado en el Hospital General Ernesto Meana San Román, ubicado aproximadamente a un kilómetro del lugar de los hechos. Lo más sorprendente es que, según el padre, su hijo fue secuestrado frente a múltiples testigos y, lo que es aún más desconcertante, frente a un gran número de policías estatales. A pesar de esto, no se ha obtenido ninguna información sobre su paradero desde entonces.

Ernesto Aguilera hace un llamado a las autoridades para que lo ayuden a encontrar a su hijo y arrojen luz sobre este misterio que ha afectado a su familia durante más de una década.