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Rodolfo Ramírez Ramírez tiene 53 años de vida y es padre de tres jóvenes, este Día del Padre viajará desde Morelos hasta la Ciudad de México, en busca de José Rodolfo Ramírez Manzano, el segundo de sus hijos, quien desapareció el 29 de octubre del 2019 en el municipio de Atlatlahucan.

Rodolfo es uno de los 21.2 millones de hombres que son padres en la República Mexicana, según el Censo de Población y Vivienda 2020 INEGI, y es unas de las miles de familias que hoy tiene un ser querido desaparecido.

Son cinco años los que Rodolfo ha buscado a su hijo; algunas pistas que ha obtenido lo han llevado a buscarle en las calles de la capital del país entre los cientos de personas que están en situación de calle.

En México son más de 100 mil personas las que cuentan con reporte de desaparición ante las fiscalías y/o comisiones de búsqueda, pero Rodolfo sabe – por experiencia propia- que muchas de esas personas por distintas razones se convierten en población callejera.

José Rodolfo y su desaparición

José Rodolfo, es el segundo de los tres hijos de una pareja de emprendedores que se esforzó por dar lo necesario para el crecimiento de la familia. Se caracterizó desde muy pequeño por ser organizado, disciplinado, inteligente y con muchas habilidades, todos los oficios que su padre le enseñaba los aprendía con facilidad.

A los 13 años José probó la marihuana y con el tiempo conoció otro tipo de sustancias. Dejó trunca la secundaria y optó por trabajar primero en la herrería que tenía su padre y después se hizo cargo de una tienda de abarrotes propiedad de sus padres, “la levantó y la mantuvo en orden y productiva”, recuerda Rodolfo.

Con sus ahorros pudo comprarse dos motos y tenía un perro Pitbull al que amaba, procuraba y cuidaba, “su perro era todo para él”, subraya su padre.

El martes 29 de octubre del 2019, día que desapareció José, tuvo su rutina normal, hizo aseo en su habitación -dejó todo en orden, limpio, baño a su perro y lavó su ropa- y cuando terminó, cerca de las siete de la noche, avisó a su madre que iría con sus amigos, su madre le dijo que no tardará y él aseguró que regresaría temprano. Rodolfo, su padre, solo escuchó a lo lejos, y fue la última vez que escuchó su voz.

José, nunca regresó. Tenía 20 años.

Al percatarse de su ausencia, revisaron las cámaras de vigilancia de su casa, para ver si había regresado y la última imagen de José fue a su salida donde se le observa mensajear en su teléfono, subir a su moto y partir.

Presentaron una denuncia ante la Fiscalía General del Estado, no hubo avance; presentó denuncia en la Fiscalía General de la República, ocurrió lo mismo. Rodolfo presentó amparos y quejas ante las Comisiones de Derechos Humanos y nada.

Se metió a fondo en las investigaciones, dio seguimiento a las localizaciones del teléfono de su hijo, la fiscalía local afirma que nunca salió de Morelos, pero un peritaje donde se rastreó por tres días y se corroboró que se desplazó a la Ciudad de México. Por esa y otras inconsistencias entendió que debía buscar por su cuenta.

Un padre buscador

Normalmente las búsquedas de personas desaparecidas, las encabezan mujeres, pero en este caso, la búsqueda de José, la encabeza su padre. Algunos miembros de la familia están convencidos de que José está muerto y consideran inviable buscarlo.

Pero Rodolfo, que es católico y cercano a la Iglesia, mantiene la fe de que lo encontrará y determinó buscar hasta encontrar a su hijo.

Ha dejado todo de lado, ya soltó su oficio de herrería y optó por trabajos que le permitan tener libertad para moverse cada que se requiera.

Su familia, como pasa en la mayoría de los casos, lo ha dejado solo porque no están de acuerdo en que sigan buscando porque consideran que incluso sé y les pone en riesgo.

Empezó buscando en sectores, en hospitales en las calles de Atlatlahucan y en distintos municipios. Ha participado en búsqueda de campo, en 2011 participó en la VI Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, realizada en Morelos, pero también ha ido a otras entidades. Ha formado parte – y apoya- en varios colectivos de Búsqueda tanto locales como nacionales. Ya es ubicado entre las madres y por las autoridades, todas y todos conocen su caso.

​​Juan Carlos Trujillo Herrera, integrante de la Red Nacional de Colectivos de Búsqueda, calculó que entre los colectivos que conforman la Red son apenas unos 200 padres que buscan a sus hijas e hijos, hermanas o hermanos, padres o madres.

La pista

Pasado un año de buscar a su hijo, Rodolfo fue abordado por un conocido y le dijo que un proveedor de Coca-Cola le informó que vio a su José en el Mercado de Jamaica en Ciudad de México, “me dijo que lo vieron en situación de calle”, destacó.

Rodolfo se animó a viajar a la capital, tres días después de recibir la pista. Tras meritar si era prudente o no se trasladó a la delegación Venusiano Carranza donde se ubica el Mercado Jamaica- que está repleto de florerías- no quiso quedarse con la duda. Ni la pandemia de COVID-19 lo frenó.

Al llegar empezó la búsqueda con fotografías de su hijo en mano y sorpresivamente varias personas lo identificaron. José solía estar por la zona acompañado de una gringa. Justo ese día no se hizo presente.

Así que Rodolfo regresó varias veces sin suerte.

“Le dieron el pitazo (le avisaron que su familia lo buscaba) y ya no regresó”, destacó.

Uno de esos días de búsqueda, Rodolfo observó un joven acostado en la banqueta, estaba cubierto con una cobija “solo se le veían las piernas con vellos y pensé que era él”, dijo.

De inmediato lo movió para que despertara y pronto descubrió lo indeseado, ese joven no era José.

Con un poco de pena, ofreció disculpas y le preguntó si ya había comido. La respuesta fue no. Así que le invitó a desayunar, platicaron un poco y -mostrando la fotografía- le preguntó si había visto a José. Y la respuesta lo dejó congelado “si, ese anda en Garibaldi”. Se refería a La Plaza Garibaldi, situada en el barrio de La Lagunilla.

Sin pensarlo, Rodolfo se trasladó a Garibaldi y presentó a varias personas por José con fotografía en mano. Las respuestas fueron alentadoras “si, ese joven anda por aquí, siempre viene con una gringa”. Otro día regresó a la Plaza Garibaldi y una persona con la que charló le dijo “Mira le dijimos que lo andas buscando y dijo que no quiere regresar”.

Rodolfo, está convencido de que lo encontrará y no dejará de buscarlo.

En este país existen 5 mil 700 personas en situación de calle, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, de las cuales se estima que 900 personas habitan en la Ciudad de México. No obstante, las cifras son mayores porque es complicado tener registros porque es una población en constante movimiento o no localizables.

La sobrevivencia en el espacio público

Juan Martín Pérez, fundador y exdirector ejecutivo del programa Centro Transitorio de Capacitación y Educación Recreativa “El Caracol” Asociación Civil, abordó la problemática de la supervivencia de personas en la calle, “es una expresión cruda de los altos niveles de desigualdad en las sociedades”, apuntó.

Pérez afirmó que “ninguna persona va a vivir o sobrevivir en la calle por un acto de voluntad, incluso con padecimientos psiquiátricos”, subrayando que la presencia de individuos en el espacio público refleja un aislamiento de sus redes sociales familiares y la ausencia de programas públicos adecuados para prevenir esta situación.

El fundador y exdirector “El Caracol”, explicó que la visibilidad masiva de personas en situación de calle “no tiene una respuesta institucional”, y añadió que “en la década de los ochenta en México hubo una explosión por las crisis económicas y la migración rural al mundo urbano”, lo cual resultó en un incremento significativo de personas viviendo en la calle, entre ellos muchos niños y niñas.

A través de estudios internacionales, Pérez ha identificado una serie de problemáticas que requieren intervención estatal, entre ellas la importancia de implementar acciones preventivas: “cuando no hay estas acciones preventivas obviamente es más probable o frecuente que las personas lleguen al espacio público”.

Juan Martín subrayó la relevancia de atender la salud mental y las adicciones, señalando que estos factores “pueden ser un factor que permita el deterioro y que puedan llegar a calle o incluso que los retengan en el espacio público”.

Otro punto crucial mencionado fue la problemática de vivienda, ya que “estas personas que han perdido redes de socialización familiar necesitan un espacio donde vivir y esto obviamente los dispositivos públicos pueden ser una alternativa”.

Pérez también abordó aspectos laborales, destacando que muchas personas en situación de calle necesitan “elementos de sobrevivencia y de autonomía para sobrevivir y esto implica trabajo”, a menudo limitándose a la economía informal o, en algunos casos, a actividades ilegales.

Finalmente, Pérez señaló el impacto en la autoimagen de estas personas, explicando que “entre más tiempo pasen en el espacio público, van transformando su identidad y la van literalmente fundiendo con el espacio público”, lo que complica su reintegración, aun cuando se les ofrezca trabajo, vivienda y apoyo en salud mental o adicciones.

Concluyó que la problemática de la supervivencia en el espacio público no solo requiere soluciones integrales y preventivas, sino también un cambio en la percepción y el tratamiento de estas personas por parte de la sociedad y las instituciones.

La misión

Rodolfo, ha caminado kilómetros y kilómetros por las calles, horas y horas, días y días, no existe una sola búsqueda en la que no haya encontrado a personas que habitan en el espacio público. Los aborda y poco a poco inicia la charla; le ofrece un alimento que casi siempre es aceptado porque en muchos casos llevan días sin comer. Ya entrada la charla les ofrece llevarlos a bañarse y si aceptan van y compran una muda de vestir, a veces nueva o de uso, compran productos para aseo personal y finalmente buscan algún baño público y si no hay por la zona paga la habitación de un hotel (sencillo) para que tenga acceso al baño.

En cada persona que ha ayudado, Rodolfo ve a su hijo y los apoya con la misma paciencia y cariño como si se tratará de José.

Un día se le ocurrió pedir permiso a una persona en situación de calle para tomarle una foto y subirla a las redes sociales para ver si lograran dar con su familia y funcionó; fue así como un joven proveniente de Chihuahua logró regresar a casa.

Esto ha funcionado en decenas de ocasiones que ha logrado reunir familias. En otras ocasiones simplemente la familia de la persona con reporte de desaparición se comunica y confirma que se trate de su familiar al que creían muerto, pero nunca vienen a buscarlo.

Un día Rodolfo platicaba con una amiga de la iglesia, y ella al ver su angustia por encontrar a José le dijo “yo creo que tu hijo ya debe estar descansado (sin vida) pero creo que debes ver que la desaparición de tu hijo es una vía para salvar almas” cuando Rodolfo recuerda las palabras de manera textual se le corta la voz y guarda silencio.

“Cuando ella me dijo eso no entendí y tiempo después comprendí que está es mi misión”, refiere totalmente convencido.

Por cuatro largos años, Rodolfo ha ayudado con sus propios recursos y lo ha invertido todo cuanto tenía para seguir, pero se requiere mucho más.

Caminando por la calle

Rodolfo ha visto lo que muchos -autoridades y ciudadanía- no quieren ver o si lo ven lo ignoran, las personas que habitan las calles “están en condiciones muy vulnerables y viven en estado crítico todo el tiempo”, refiere cuando habla de lo que él califica una problemática profunda porque estas personas son discriminadas todo el tiempo.

En medio de la reflexión, Rodolfo expresa con un tono de voz esperanzador “decidí, después de muchas pláticas con la familia y con amigos, impulsar una Asociación Civil legalmente constituida” para poder articular con autoridades o con otras organizaciones y hasta con donantes para poder seguir ayudando a estas personas.

Así, que en abril de este 2024 puso manos a la obra y fue con un notario para que le dijera que y como lo podía hacer, tras varios trámites y cumplir con todos los requisitos se ha dado vida a “Caminando por las calles JRM A.C” con la que planea poder obtener los medios y materiales para poder ayudar a esas personas que están en situación de calle.

Se requieren muchas cosas, pero de entrada se conforma con que la gente pueda donarle productos de aseo personal y ropa interior, pantalones camisas, zapatos, etc.

Un hombre con una gorra negra

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El padre, Rodolfo Ramírez Ramírez

Cabeza y hombros de un perro con un sombrero negro

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El hijo José Rodolfo Ramírez Manzano

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La ficha de búsqueda de José